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domingo, 26 de agosto de 2018

Vivimos en otro mundo...

A veces necesitamos de lugares, caminos y espacios para reencontrarnos, y al mismo tiempo para dar respuesta a necesidades como humanos que somos. Es algo así como la necesidad de encontrarnos con nosotros mismos. Como mantener una mirada a lo lejos en soledad, o una conversación con nuestro interior, un escuchar a nuestra conciencia, un respondernos en silencio, un escucharnos la respuesta en voz baja, un reconocernos en una mirada hacia dentro. Un motivo de reencontrarnos con nuestro interior. 
Tenía ganas de vivir esas experiencias en la soledad de los caminos de otra etapa, tenía ganas de tener días de recordar vivencias, tenía ganas de recuperar sensaciones en plena naturaleza, tenía ganas de escuchar los sonidos del día cuando el rey sol inicia su lucha por dar salida a su presencia. y tenía ganas de revivir los alrededores de mi pueblo para recordar mi juventud.
Unos alrededores que hacen aún más bello a Garrovillas, mi pueblo. Esa puesta de sol desde el "Pericucho", ese camino que conduce a los hornos tejeros y a la "Albufera"; ese paseo por el centro en ese estrecho muro que separa las dos charcas; esa ermita de los sanantoneros; ese campo de fútbol hoy de tierra y entonces casi lleno de piedras; esa carretera llena de almendros y de higueras, esos caminos que conducen a la "rebalaera", ese impresionante Convento lamentablemente hoy en ruinas, pero que hay que intentar conservar todo lo que se pueda de él, esa visita a las entonces minas de wolframio; esos silencios de los caminos que conducen a la "jerrera" o a la "juntanina", ese encuentro con ese emigrante que me aportó y me llevó a comer las mejores moras, ese puente de "la morisca", ese aún impresionante puente de pizarra con dos curvas "de nuestra señora"...unos espacios que me hicieron sentarme a repensar y a decirme a mí mismo...qué bien lo hiciste, qué bien que vinistes.
Estos días serán guardados en el baúl de los recuerdos de los momentos inolvidables. Han estado llenos de sensaciones y de conversaciones en silencio, de paradas en las que sólo se escuchaba el ruido de la respiración cuando hacía una pequeña parada  y de conversaciones por los caminos de los momentos recordados de otra etapa. Tenía ganas de volver a recordar y cada día organizaba la salida, preguntaba en la tertulia de la noche, en la esquina de la calle, por si después de tanto tiempo sin pasar por un determinado sitio, algo hubiera cambiado. Me suponía que se habrían producido cambios, pero no preguntaba por ellos, sólo quería confirmar lo que mi recuerdo me decía respecto a la ruta. Intuía que la naturaleza habría cambiado por sí sola muchas cosas. El tiempo cambia más cosas de las que pensamos y cuando dejamos que todo vaya por su propio sitio, los cambios se producen por sí solos. Una experiencia inolvidable que recomiendo, porque todos tenemos caminos y espacios de una etapa para recordar, una etapa para volver a vivir.
Sensaciones de vivir sin querer que pasara el tiempo. Sensaciones de sentarte y recordar situaciones vividas. Esas carreras por esos caminos de ese loco que corría. Ese perderse entre las sensaciones cuando había roto, cuando empezaba a sudar. Ese abrir para respirar y llenarte de vida como cualquier chaval. Ese tiempo de ida sin saber y a veces ni querer volver, porque la vida es una sucesión de caminos con dificultades, con momentos en los que nos tenemos que plantear quiénes somos y qué es lo que realmente queremos.
Las experiencias de esas sensaciones nos enriquecen. Nos aportan reflexiones y aprendemos con ellas. Siempre las sensaciones las recordamos y son uno de los mejores ejemplos que nos ayudan a saber lo que queremos. Nos hacen reconocernos y nos ayudan a hacer frente al futuro, porque de alguna manera también hace que nos reencontremos con nuestro pasado, con un tiempo que no se detuvo, que ya pasó.
Y los mejores paseos
 que ocuparán el mejor lugar en el recuerdo
 serán los tuyos, los que hice contigo.
Y en ese tiempo de tu mirada
en la lucidez de tus momentos
con la fuerza de tus besos.
Las mejores conversaciones, serán las tuyas,
incluso, las de los silencios de tu mirada.
Me lo dijistes papá...vivimos en otro mundo.


domingo, 12 de agosto de 2018

U.G.T...Unión General de Trabajadores.

"Cuando se compara el movimiento obrero y socialista de las principales naciones de Europa con el de España, no puede uno menos de admirarse de que, aún con los defectos que nosotros mismos debemos reconocer, exista en nuestro país un organismo obrero tan nutrido, tan resistente, tan dueño de sí mismo como la Unión General de Trabajadores que haya podido sobrevivir, sin perder su rumbo seguro, a las más rudas tormentas"...son palabras escritas por Julián Besteiro en El Socialista, el 1 de febrero de 1.923.
Hoy, la Unión General de Trabajadores cumple 130 años. 130 años de luchas y conquistas en favor de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país. Ninguna Organización Sindical puede decir lo mismo. Se dice en estos días que la historia de nuestro país no se entiende sin UGT, que desde sus inicios hasta el día de hoy sigue teniendo claro su objetivo: la lucha por la libertad, la democracia y los derechos de los trabajadores, algo que no siempre ha sido fácil.
Todos y todas los que militamos en la Unión General de Trabajadores tenemos capítulos vividos en el ámbito de nuestra responsabilidad como afiliados y como representantes del Sindicato. Capítulos al margen de las horas sindicales o de las liberaciones sindicales por acumulación de horas, porque soy de los que dicen que el mayor patrimonio que tiene una Organización como esta, está en sus afiliados y afiliadas que sin tener responsabilidades ni horas sindicales, dieron y dan gran parte de su tiempo por ayudar, por luchar, por defender los derechos de sus compañeros y compañeras. No siempre se dispuso de tiempo sindical en virtud de unas elecciones sindicales o desde el reconocimiento institucional de la Organización, pero la historia desde mi punto de vista, se podría resumir así: la historia del Sindicato es la historia del tiempo dedicado por los militantes, cada uno desde su lugar.
Mis inicios en UGT fueron en Correos de Barcelona allá por el año 1986. Tenía las oposiciones recién aprobadas y trabajando en el turno de tarde, me colocaba mi mochila con mi bocata y me iba a la sede de la sección sindical de la Principal en Vía Laietana unas dos horas antes de entrar al curro. Me ponía al día y me llevaba información para poner en los tablones sindicales y hablar con los compañeros. Poco después me propusieron en una asamblea de afiliados como Secretario de la Sección Sindical de MZA (Estación de Francia), un centro con más de 200 trabajadores y tres turnos de trabajo. Recuerdo mi primera responsabilidad y mi primera "movida": había que descargar el tren postal de Madrid-Barcelona y sus vagones que estaban llenos de sacas de correo, despedían un olor a animales que hacía imposible el poder entrar en ellos. Hablé con los compañeros y nos plantamos en no abrir los vagones. Paralizamos la descarga hasta que no tuvimos medios con los que mínimamente poder entrar y arrancamos el compromiso de que no volvería a presentarse un vagón en esas condiciones. Poco tiempo después tuve mi primera asamblea en que tuve que intervenir en compañía de Apolinar Rodriguez (fue uno de los arquitectos del 14-D del 88). Después hubo elecciones sindicales en Correos y fui en el número 2 en las listas provinciales de Barcelona y salí elegido Delegado Sindical. Después la historia continúo hasta otras responsabilidades a nivel de Cataluña y cuando regresé para Extremadura en la FSP, y a nivel regional como Secretario de Política Institucional. Por el medio, muchas horas y tiempos compartidos, siempre tratando de mantener coherencia sindical y luchando externa e internamente contra lo que consideré injusticias, manteniendo mi posición y siendo autocrítico dentro de la Organización.
La UGT ha cambiado su estructura organizativa tratando de adaptarse a las nuevas situaciones industriales y laborales. Procurando seguir siendo coherente y anteponiendo los intereses de los trabajadores a los de los empresarios y los gobiernos del signo que sean. Manteniendo la coherencia en todo momento, pero siendo absolutamente leal y transparente en la defensa del bien común, de los intereses generales de nuestro país y de seguir persistiendo en un mundo mejor para todos y todas.
Y lo que ha seguido prevaleciendo a pesar del tiempo transcurrido, es que detrás de cada derecho y libertad conquistado desde 1888 hasta hoy, siempre ha habido un ugetista. Un UGTista militante de una Organización que hoy con 130 años de historia sigue representando los intereses de los trabajadores con ideas que responden a convicciones profundas que siguen siendo el núcleo principal del ejercicio de su actividad.
Viva la Unión General de Trabajadores!!!.

lunes, 6 de agosto de 2018

Tiempo de reencuentros...

Hace unos días en un medio de comunicación regional se hacían eco de que Extremadura tiene una "calita", una playa de interior. No se referían a una de esas gargantas naturales que tenemos por la zona norte de la Comunidad, ni tampoco a una de las playas que se forman alrededor de uno de nuestros tantos embalses. Se refería el medio de comunicación, a una cala que se encuentra en la zona de Alcántara, que se conoce por el nombre de "la cantera".
"La cantera" es un hermoso paraje natural, donde la mano del hombre y la máquina podríamos decir que ha compuesto un lugar que hoy se ha convertido en un lago artificial con un tesoro ornitológico y que conforma un paisaje que hay que visitar. Lo suelo visitar cada vez que voy, ya sea invierno o verano. Me gusta observar su piedra y el enorme lago que se ha formado con el paso de los años. A veces con prismáticos y otras sin ellos, se pueden visualizar las aves que vuelan dentro de su interior. Buitres leonados, cigüeña negra y algún alimoche nos observan a los turistas desde sus magníficos y espectaculares miradores. Un espacio, un lugar donde las aves conviven en estas fechas con los turistas que acuden temprano a coger sitio para bañarse.
Siempre me gusta entrar lo más silencioso que es posible, pero siempre sucede lo mismo. Puedes entrar y no ver nada en el cielo, pero de repente son varias las aves que aparecen dando vueltas en su interior. Es una sensación única. Es como si nos estuvieran diciendo: este espacio es para compartir, respétalo, se responsable y seguiremos aquí. Y los turistas lo respetan. Y las aves siguen allí. Es una sensación de paz la que se respira, mejor en época de silencios donde las aves refugian entre sus enormes y poderosas alas a sus polluelos.
Este fin de semana pude comprobarlo una vez más, en un espacio donde tuve también la oportunidad de la reflexión que provocan este tiempo de reencuentros y de vivir las experiencias que nos marcan los  cambios. En un lugar único que se presta a que miremos a lo lejos con la observación a esas aves que desde la majestuosidad de su vuelo cuidan de forma responsable de un espacio que han hecho suyo.
Es algo así como lo que reflexionamos en esos silencios que todos tenemos, cuando nos disponemos a seguir comprometidos en la tarea de la responsabilidad pública sabiendo que el tiempo pasa, pero que nunca nos debe hacer olvidar lo que realmente hace que nuestra vida tenga valor.