De nuevo tendremos elecciones en nuestro país. Ahora las Comunidades de Euskadi y Galicia han convocado a sus ciudadanos y a la vuelta de la esquina será Cataluña, dado el clima tan inestable que existe en la Comunidad. Estarán buscando el mejor momento político para hacerlo. Igual hasta hacen lo mismo que los vascos y le consiguen al Gobierno una nueva competencia para poder justificar de esta forma una mejor posición electoral, como así ha sucedido con las competencias de la Seguridad Social.
Después de las últimas elecciones generales, en el Congreso de los Diputados consiguieron representación hasta 16 partidos diferentes. Nunca antes habían conseguido presencia tantos partidos. De ellos sólo seis son formaciones nacionales. El independentismo catalan consiguió la mayor representación hasta ahora y los nacionalistas vascos son fundamentales para el nuevo Gobierno. Tanto unos como otros son vitales para el nuevo Gobierno, unos por su apoyo con la abstención y los otros por su apoyo afirmativo. Siempre los nacionalismos han conseguido alguna ventaja por ser decisivos sus votos, pero ahora hay más partidos que van a poder sacar tajada de su representación. Aparte de los vascos y los catalanes, ahora tenemos a los canarios, gallegos, navarros, cántabros y también a los de Teruel, que han conseguido el ser los primeros a nivel provincial que obtienen un escaño. Quizás estemos en el momento de que el peso de un partido ya no está en sus diputados, sino en cuántos le hacen falta al partido de Gobierno, dada la actual composición del Congreso.
Y es que con esta fragmentación de la representación en el Congreso de partidos nacionales, nacionalistas, independentistas, regionalistas, provincialistas y localistas mantenía esta semana una charla con uno de mis profesores en la Universidad. Me decía, algún día habrá que plantearse el Estado de las Autonomías y habrá que cambiarlo, porque en los asuntos de competencia nacional y que fundamentan el Estado de un país como es el caso de las pensiones, pudiéramos estar en que la cesión de esta competencia iniciara la apertura a que cada Comunidad en un futuro no muy lejano se planteé y obtenga su propio régimen de cotizaciones y en conclusión pudiera establecer un sistema propio que rompería con los principios de sostenibilidad, solidaridad financiera y caja única.
Se habla cada cierto tiempo del papel que tendría que tener el Estado en la financiación de la Seguridad Social, pero de este asunto cuando se profundiza y debiera producir un consenso bastante amplio vinculado al Pacto de Toledo para que los presupuestos generales del Estado lo contemplaran, nunca se llega a acordar.
Parece oportuno que antes del inicio real de la transferencia de la gestión de la Seguridad Social a los vascos, se determine en el seno del Pacto de Toledo que el proceso de transferencia debe abordarse desde el principio de preservar uno de los pilares fundamentales de nuestro Estado y en definitiva sin romper la solidaridad del sistema y de la igualdad de todos los ciudadanos. Sería una buena fórmula para comprobar la realidad de si lo que pesa más son los partidos de ámbito nacional o los partidos de ámbitos e intereses diversos.