Estoy acabando de leer "Sala de Espera", libro de José Luis Sampedro. En el mismo describe y esboza "sus verdades". Entre ellas, hay un párrafo en el que interioriza sus motivos para generar sus creencias y señala que no es extraño que durante años, pasemos junto a algunas verdades sin reconocerlas, porque descreer correctamente es mucho más difícil que asumir creencias.
Es cierto que en nuestros primeros años cuando soñamos en ese tiempo infinito de paz, nos acostumbran y casi nos programan. Pasamos por diversos ríos (etapas) desde la infancia, el colegio y pasamos por el río general de la vida, para iniciar el desarrollo de la vida personal y a partir de aquí, es cuando se inicia y toca elegir cada cual sus verdades propias.
Esas verdades propias son las que nos van formando con la experiencia de la vida. Con todo lo que vivimos nos vamos haciendo, con todas las dificultades, las que compartimos y sufrimos, y también a veces nos mostramos más impermeables al comprobar lo que pasa a nuestro alrededor y lo que sucede en nuestro interior a través de esos ríos que nos fortalecen. Es la experiencia la que nos hace comprobar esas verdades, que en cualquier caso nadie tiene la verdad en su bolsillo, sino sólo su verdad. No soy de los que está de acuerdo con generalizar y meter a todo el mundo en el mismo saco que se suele decir. Cuando escucho frases del tipo de "todos son iguales" o "todos hacen lo mismo cuando están en el poder" suelo decir que no forman parte de mis verdades. Es una de las mejores cosas de esta mayoría de edad, la de la libertad de pensar y opinar.
Esa libertad de pensar y opinar ha tenido un cierto eco y ha generado debate en estos días en un artículo publicado que lleva por título La sociedad del sándwich mixto: por qué los mediocres dominan el mundo... El artículo tiene el origen en un libro de Alain Deneault que permite hacer una reflexión acerca del concepto de "mediocracia", en el que considera instalada a la sociedad contemporánea y desde el que se “nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante”. Y es que la memoria sin lugar a dudas es frágil, porque no es nada nuevo este concepto. Ya se recoge en la frase de "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey"... que es una frase que hemos escuchado toda la vida y que representa uno de los mejores exponentes de la mediocridad. Porque puede que en esta filosofía, el éxito resida en la habilidad de deshacerte de las personas que puedan delatar tus carencias, rodeándote, en cambio, de esas otras que las encubren y las silencian. Por eso y sin querer generar polémica y como bien denuncia el filósofo canadiense "por oportunismo o por temor a represalias estructurales, es difícil resistir la presión de la mediocridad".
Cuando estoy terminando esta entrada llega la hora de parar para situarme en la realidad del momento, es en estos momentos cuando paso del debate de la red, del artículo publicado y me centro en lo real, en lo que vivimos...es el acto de la entrega de Medallas de Extremadura, suena el himno de Extremadura...niños y niñas que lo tocan y forman una foto de la realidad junto a la orquesta Joven de Extremadura. Esto no son generalidades ni mediocridades. Esta es una maravillosa realidad de nuestra querida región. Unos niños y niñas que rompen con los himnos de España y Extremadura. Una muestra que tiene su colofón cuando entonan el himno de la alegría, el himno de una nueva realidad de jóvenes que serán mañana los que romperán con toda la mediocracia que hay instalada en este mundo.
Esa libertad de pensar y opinar ha tenido un cierto eco y ha generado debate en estos días en un artículo publicado que lleva por título La sociedad del sándwich mixto: por qué los mediocres dominan el mundo... El artículo tiene el origen en un libro de Alain Deneault que permite hacer una reflexión acerca del concepto de "mediocracia", en el que considera instalada a la sociedad contemporánea y desde el que se “nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante”. Y es que la memoria sin lugar a dudas es frágil, porque no es nada nuevo este concepto. Ya se recoge en la frase de "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey"... que es una frase que hemos escuchado toda la vida y que representa uno de los mejores exponentes de la mediocridad. Porque puede que en esta filosofía, el éxito resida en la habilidad de deshacerte de las personas que puedan delatar tus carencias, rodeándote, en cambio, de esas otras que las encubren y las silencian. Por eso y sin querer generar polémica y como bien denuncia el filósofo canadiense "por oportunismo o por temor a represalias estructurales, es difícil resistir la presión de la mediocridad".
Cuando estoy terminando esta entrada llega la hora de parar para situarme en la realidad del momento, es en estos momentos cuando paso del debate de la red, del artículo publicado y me centro en lo real, en lo que vivimos...es el acto de la entrega de Medallas de Extremadura, suena el himno de Extremadura...niños y niñas que lo tocan y forman una foto de la realidad junto a la orquesta Joven de Extremadura. Esto no son generalidades ni mediocridades. Esta es una maravillosa realidad de nuestra querida región. Unos niños y niñas que rompen con los himnos de España y Extremadura. Una muestra que tiene su colofón cuando entonan el himno de la alegría, el himno de una nueva realidad de jóvenes que serán mañana los que romperán con toda la mediocracia que hay instalada en este mundo.
Somos rehenes de las limitaciones del ser humano y por ello vamos aprendiendo por los aciertos y los errores en el camino de nuestra existencia.
ResponderEliminarSomos rehenes de las limitaciones del ser humano y por ello vamos aprendiendo por los aciertos y los errores en el camino de nuestra existencia.
ResponderEliminarLos mediocres que en.el.mundo son, y son muchos se encargarán deevitar su desaparición. Como ejemplo Trump. Esteno llega ni a mediocre pero se laas ha ingeniado para que nadie le haga sombra, aun sabiendo todo el mundo que es imbecil.
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