Me decía un amigo hace unos días que hoy dedicamos poco tiempo a leer, pensar y a reflexionar sobre lo que viene pasando en los últimos tiempos. Soy de los que comparten esta opinión y lo vengo reflejando a lo largo de las reflexiones en mi blog. Pueden coincidir varios factores a ese poco tiempo que dedicamos a pararnos y a pensar, observar y reflexionar sobre lo que pasa a nuestro alrededor. Quizás es que preferimos los mensajes que nos envían desde diferentes medios a los que podemos estar suscritos o podemos llegar a leer, al mensaje que nuestra visión y nuestra experiencia nos puede dar cada día. Puede que hasta la comodidad de un mensaje dirigido y enlatado con sus conclusiones nos lleve a resultar más fácil a la hora de entender lo que está pasando. Quizás es que la velocidad a la que circulan los acontecimientos nos haga imposible el detenernos a pensar o para qué. O puede que hasta hayamos caído en el conformismo de lo fácil que puede resultar dar a una tecla y leer lo que nos cuentan. Leer sin pensar en lo que leemos, por aquello de la confusión que se genera cuando pretendemos estar informados sin informarnos en profundidad contrastando las fuentes de la noticia o simplemente por dedicarnos solo a leer el titular, pensando y reflexionando sólo sobre la letra grande del mismo.
Y en esas variables situaciones los mensajes no se analizan de la misma forma ni por supuesto dedicamos tiempo a reflexionar sobre ellos. No es lo mismo una situación de incertidumbres donde los mensajes populistas funcionan con bastante facilidad que en una situación de credibilidad donde los mensajes están fundamentados en bases más estables y creíbles. Podríamos decir que la coyuntura política y social actual no ayuda precisamente a la valoración de los esfuerzos y sí por el contrario facilita la crítica y por tanto la negación casi por sistema de cualquier medida o política positiva que se pueda poner en marcha y en esta última semana hemos tenido el ejemplo con la difícil aprobación del decreto de medidas urgentes para mitigar las consecuencias económicas de la guerra. Llevamos mucho tiempo en esta situación y ello puede que esté alimentando poco reconocimiento por la ciudadanía, sobre todo además si el factor "ruido" marca la agenda política casi todas las semanas, como se puede comprobar.
Recientemente se ha publicado el barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en nuestro país. Una de sus conclusiones es que la falta de tiempo en el día a día es la causa principal de no leer libros, seguida de la falta de interés o la preferencia por otras actividades de ocio. Esta causa no es que se pueda corresponder en su integridad con lo que manifiesto anteriormente sobre la falta de tiempo que dedicamos a pensar y reflexionar, pero sí que considero que hace más fácil que dediquemos un tiempo excesivo a estar pendientes de esos mensajes cortos sobre los cuales no profundizamos ni contrastamos, pero que además nos tratan de hacer creer que nos informan y que con ellos tenemos suficientes recursos para opinar sobre lo que pasa en nuestro entorno.
En uno de los grupos de redes en las que participo suelo comentar con los amigos que casi todos nos movemos en un entorno político. Pero el hecho de que casi todos los ciudadanos estemos siempre, en tanto que ciudadanos, metidos en política ello no quiere decir ni equivale a afirmar que debamos estarlo siempre de la misma manera. Uno de los grandes cambios de todo este entorno en el que hoy nos movemos es que los escenarios de la información y de los cambios sociales pueden ser analizados y reflexionados prácticamente en igualdad de condiciones por los ciudadanos interesados en la política, pero esto que es un recurso al alcance de todos, puede también constituir un problema si no dedicamos tiempo a pensar y reflexionar sobre ello y nos dejamos llevar por los que nos cuentan las cosas como ellos creen.
Siempre es bueno pero hoy se ha convertido en imprescindible dedicar tiempo a pensar y reflexionar por uno mismo y en una fecha como hoy donde coinciden el Día de la Madre y el 1º de Mayo dediquemos un ratito a pensar en sus orígenes, en el porqué de su conmemoración, porque habrá y existirán siempre razones y porque el pensamiento es una virtud de cada ser. Pensar es parte de nuestra intimidad, de nuestro origen y las dos celebraciones que festejamos siempre formarán parte de nuestra razón de ser, como hijos y como trabajadores.
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