Estos días pasados Badajoz se ha vuelto a reencontrar con una
parte de su historia. La conmemoración de unos acontecimientos bélicos en torno
a nuestra ciudad y sus alrededores. Lo que han llamado los organizadores “los
sitios de Badajoz”. Y entre otras razones de poner en conocimiento aquellos
hechos, ha quedado demostrado la importancia de conocer la historia. Aprendemos
de lo que pasó para recordarlo y sobre todo para seguir no sólo conociendo
mejor nuestra ciudad y su historia, también la historia y la memoria nos sirve
para reconocer mejor nuestros orígenes y tener un pequeño homenaje a aquellos
que lucharon defendiendo su legado de aquellos invasores. Como decía Jacinto
Marabel, uno de los conferenciantes, “la historia de Badajoz es muy rica, pero
muy desconocida”.
Y es que nuestra ciudad tiene mucha riqueza en sus piedras,
que al final son una parte de la historia. Esa parte que otras ciudades tienen
mejor conservada y valorada. En ese corazón de la ciudad que inició su vida y
que está lleno de tesoros por descubrir. Esas piedras que conservan un legado
por conocer. Esa historia desconocida que sigue observando como pasan los años
y aún nos seguimos sorprendiendo de tener oculto el mayor patrimonio que una
ciudad puede tener. Y que teniéndolo no lo podemos disfrutar porque entre otras
razones sólo lo llenamos de vida cuando algunos acontecimientos recuerdan su
celebración y nacimiento. Y también porque sigue siendo inexplicable que hoy
siga siendo un espacio donde a diario aparcan cientos de coches causando un
daño a sus piedras y provocando con ello que no pueda visualizarse y
descubrirse el maravilloso tesoro que esconden esas murallas.
Son muchos los años que han pasado. Tantos, que no conocemos
lo que ese espacio al aire libre contiene en el interior de esas murallas y que
nos podría aportar. Porque lo que estamos demorando excesivamente es en dar
valor a ese extraordinario conjunto. El recinto amurallado más largo de España
y la Alcazaba más grande de Europa. Un enorme museo abierto con una riqueza
histórica, artística y arqueológica que está tardando demasiado en convertirse
en la mayor tribuna de la ciudad y que bien podría transformarse en la fuente
de mayor riqueza para cambiar el destino y el futuro de nuestra ciudad, porque
bien gestionado tendría un potencial inimaginable.
Se ha cumplido un año de la firma del convenio para la
recuperación monumental, patrimonial, social y urbanística del barrio histórico
de nuestra ciudad. El día de la firma del Consorcio del Casco Antiguo por las
administraciones autonómica, provincial y local se ponía en valor la respuesta
como una demanda histórica, el agradecimiento a la parte de la sociedad civil
que con su preocupación y constancia lo había hecho posible, y por fin se ponía
fin a una anomalía con lo que es el corazón de la ciudad.
Quizás es que el tiempo pasa muy deprisa o que después de
tantos años en el gobierno municipal lo de prometer y cumplir lo acordado se
olvida con más facilidad por parte de nuestros gobernantes municipales. Se
aprueban los presupuestos de 2025 y a pesar de la firma del Consorcio sigue sin
apostarse por el corazón de nuestra ciudad.
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