En unos de mis paseos con la observación del Guadiana como fondo, compartía con un amigo una buena charla y me trasladaba su preocupación por el ambiente que se había instalado en la sociedad y en gran parte en los ciudadanos. Nos sentamos en uno de los bancos del paseo y hablamos del ruido y del entorno a efectos informativos. Sin pensar de dónde viene y quien lo maneja. Hoy se debate de casi todo y de todo no se debate en profundidad. Leemos cada vez más los titulares y cada día menos la información que es lo que nos debería de dar la profundidad de conocer y saber lo que estamos leyendo. Escuchamos por diferentes medios y a veces tengo la impresión de estar en otro país, en otro mundo. Será que la desinformación nos ha inundado y no nos deja pensar. Leemos poco y no pensamos si la fuente es fiable y veraz. Será internet que como recurrimos a lo fácil y localizable, nos está acostumbrando a que aguantemos todo. Lo seguimos haciendo sin aprovecharnos de la selección que podemos hacer. Podría ser un tema interesante para escribir en tu blog, me comentó. Le respondí que compartía esa preocupación y que no era la primera vez que había profundizado sobre la afectación, repercusión y consecuencias que está teniendo todo ello a todos los niveles en los ciudadanos.
He formulado esta reflexión durante estas últimas semanas a más de un amigo y conocido. Intentando encontrar alguna respuesta donde no hay respuestas uniformes. Y hace unos días tuve la oportunidad de profundizar un poco en dos ambientes sobre la reflexión que me habían trasladado. Un encuentro de jóvenes me facilitó una conversación con uno de ellos y traté de comprobar el grado de extensión de la preocupación de mi amigo. Preocupación compartida y que a medida que avanzaba mi charla me seguía preocupando por la opinión que el joven tenía del Presidente del Gobierno. Le pedí que me diera argumentos y su respuesta me dejó helado "es que está dando muchas subvenciones a movimientos feministas". Le puso un calificativo a Pedro Sánchez pero por respeto me lo quedo. Le pregunté las razones de su argumento. No tenía argumentos. Sólo que lo decía Vox.... a lo que le respondí que "debes ser más prudente cuando menos, como joven tienes el derecho a equivocarte, pero lo que no debe faltarte es el respeto y....". El otro ambiente fue el de un grupo de mayores y la reflexión de la charla me sirve para poder tener más argumentos respecto a las diferencias en las generaciones. "Yo no tengo whatsapp me decía uno de los mayores. Me ahorro el recibir mensajes de gente que no conozco realmente y también así no me enfado ni me utilizan. Me llaman o llamo y así escucho la voz de la persona que quiero y conozco". Amén.
Vivimos en un mundo que nos interrumpe constantemente. Ocupamos nuestro tiempo y nuestra vida con cosas que en la mayoría de las ocasiones no merecen la pena. Ni siquiera nos da tiempo a digerir y por supuesto a reflexionar. Tanta información y si lo pensamos despacito, la mayoría de la información que se recibe es superficial y ya sabemos que pasa con el exceso de información. Llega un momento en que no somos capaces de distinguir lo esencial de lo no esencial. Y es que la cantidad de información que circula en internet aumenta, pero nuestro tiempo disponible es siempre el mismo. En el espacio de la saturación informativa que vivimos, sucede además que estamos más expuestos a la desinformación y a la vulnerabilidad ante los bulos, las noticias falsas y otras historias, porque la velocidad a la que circulamos nos impide el proceso de reflexionar que necesita de otros tiempos.
Terminé la charla con el joven repitiéndole que lo que no debía faltar es el respeto. Que nos pueden gustar más o menos las políticas que se puedan estar haciendo, pero el diálogo es básico. Creo que al final lo comprendió, pero tengo mis dudas de si lo cumplirá. Por ello me preocupa que el ambiente instalado en una gran parte de la ciudadanía esté monopolizando el debate sosegado y tranquilo que debería imperar. No lo quiero dar por perdido porque entiendo la palabra como el argumento para el diálogo y no para la descalificación, pero me sigue preocupando la creciente desconfianza y fatiga que aparece en todas las encuestas, porque la política no puede verse como algo ajeno a la propia ciudadanía.
Tú, erre que erre con el diálogo. Ojalá te escuchen alguna vez
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