Me había propuesto en esta semana escribir sobre la actualidad de la Ley de Vivienda, pero pensé que tiempo habrá para escribir muchas cartas sobre ello por parte de los ciudadanos. Porque una vez aprobada por el Congreso ahora tendrá un recorrido hasta que lleguen a cumplirse sus expectativas, contando siempre que una cosa es su aprobación y otra su desarrollo porque al ser competencias no exclusivas, tiene que tener su puesta en marcha en las Comunidades Autónomas que mucho tendrán que decir y sobre todo ejecutar. Estas políticas que suelen tener un tiempo excesivamente largo desde que se anuncian hasta que las palabras son convertidas en acciones, tienen muchísima importancia. Porque el problema de la vivienda, sus precios y las consecuencias de todo lo que afecta al futuro y al proyecto de vida sobre todo de los jóvenes, hacía imprescindible el llegar a regular una de las políticas que más falta hacían en nuestro país.
Un periodista me comentó un día hablando sobre los cambios en el periodismo, que una de las páginas que seguía contando con más lectores era la de las cartas al director. Suelo seguir estas páginas y hace unos días reparé en unas cartas que creo que denuncian asuntos que están en el diario de los ciudadanos. Una de ellas analizaba el asunto de las residencias y nuestros mayores. La pérdida de libertad y sus consecuencias a no ser que te puedas valer por ti mismo. Reflexionaba sobre el que dentro de las posibilidades era mejor quedarse en casa atendido por cuidadores o familiares y así de esta forma se podría seguir teniendo su parcela de libertad. Un problemón hoy y para el futuro por el envejecimiento cada vez mayor de la población. Otra de las cartas reflexionaba sobre la atención bancaria y la digitalización. Y no sólo de los mayores. Sucede que a pesar de lo que se dijo, el problema continúa y seguimos sin la atención personal que se decía y en muchas ocasiones cuando te pones en contacto para una gestión por teléfono, eres atendido por un contestador automático.
Otra de las cartas reflexionaba sobre el problema de la influencia que está teniendo lo de hacer ejercicios, pruebas y respuestas de trabajo o asesorarse a través del ChatGPT. No sólo por la pérdida de la libertad que conlleva al no saber cuál es el uso posterior de los datos de los usuarios, sino porque nos podemos estar acostumbrando a lo fácil y puede que perdamos el sentido del esfuerzo. Las nuevas tecnologías nos dan posibilidades y recursos, pero no deberíamos olvidar que debería regularse para que no nos acaben sustituyendo, con lo que ello puede resultar en el ámbito del trabajo. Y otra de las misivas reflexionaba sobre las estafas telefónicas y la cada vez mayor vulnerabilidad en la que nos estamos encontrando los ciudadanos ante los avances tecnológicos. Acumulamos muchos de nuestros datos privados en un móvil o en un ordenador pensando que esos datos sólo nosotros podemos tener acceso a ellos y perdemos nuestra privacidad estando cada día más expuestos.
Alguien podrá decir y no le faltará razón que siempre tendremos que sufrir riesgos ante este tipo de situaciones como se denunciaba en las cartas que esos ciudadanos habían decidido hacer públicas. Nos están ganando la partida y puede que sea inevitable no correr esos riesgos. Son cartas de ciudadanos que a diario aparecen en los medios y que solicitan o denuncian simplemente situaciones que han sufrido o han comprobado en personas cercanas. Son cartas que igual buscan un oasis en el desierto, pero que todos los días nos podemos encontrar y creo que son situaciones que nos deben llevar a reflexionar y a preguntarnos si estamos generando un mundo donde están creciendo otras grandes desigualdades que casi sin darnos cuenta, están desarrollando un nuevo espacio de vulnerabilidad social.
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