Nos sucede que en ocasiones sentimos la necesidad de descubrir algo nuevo. Un camino por donde rellenar una parte de nuestro tiempo y recuperar las ganas de hacer cosas. Hay quien dice que siempre estamos saltando piedras para que estas no sean un obstáculo y podamos seguir haciendo camino al andar. Las piedras nunca deben ser un motivo que nos impida hacer aquello que nos pueda dar felicidad y por ello es bueno seguir descubriendo los motivos que nos llenan y que durante su compañía nos pueden llegar a fortalecer y conseguir que nuestros sentimientos se revitalicen. Y es que todos pasamos por esos momentos, pero el cómo los afrontemos será fruto de nuestro crecimiento porque aunque no lo parezca, todo forma parte de ese proceso natural y personal.
Y en ese seguir haciendo camino al andar vivimos momentos que siempre se quedan para la memoria. Son pequeños grandes estímulos que nos pueden servir para reforzar nuestro origen y no olvidar nunca de donde venimos. Las raíces que nos acompañan en nuestro rio de la vida. Cuando hace unas semanas nos propusimos trabajar desde la Asociación de Vecinos en el proyecto "Conocer Extremadura" no sólo nos lo planteamos para seguir descubriendo nuestra maravillosa región. Estábamos seguros que había mucha gente que por unas u otras razones necesitaba ese pequeño estímulo de la compañía para disfrutar, para animarse a salir y conocer nuestro patrimonio. Los que de una u otra forma me siguen por este espacio saben que soy un enamorado de mi pueblo, Garrovillas de Alconétar. Se podría decir que es pasión y aquellos que lo dicen, les puedo decir que sí. Pero es algo que tenemos muy interiorizado todos los garrovillanos y por ello, siempre pensé que nuestro primer camino sería Garrovillas.
En el momento que llegamos y descubrieron la PLAZA de todas las plazas nada más bajarse del bus, pude observar en la inmensidad de la misma la sorpresa en sus ojos. Cuando mis amigos y vecinos descubrieron nuestro Corral de Comedias quisieron estar sentados para observar en su interior ese escenario único. El interior de la iglesia de Santa María no sólo es un hermoso templo, sino que guarda una joya única como es el maravilloso órgano renacentista, donde escuchar su música es acercarte a lo sublime porque consigue emocionarte como se sorprendieron al escucharlo o cuando algunos subieron por la escalera que accede donde se encuentra. En la distancia y en la cercanía aún más, compruebas la grandeza de un monumento como el Convento que por su inmensidad nos hace pensar y reflexionar sobre el paso de la historia. En el interior del pueblo nos sorprenden las calles estrechas, su barrio judío que aún conserva una pequeña parte de su identidad y después se quedaron asombrados con la Casa de los Templarios y su monumental chimenea. En el interior de la iglesia del "convento de las Jerónimas" se sorprendieron con una imagen en la cual puede verse por un cristal al niño Jesús en el vientre de Santa María embarazada. Cuando pudimos pasar al interior de la "catedral" de San Pedro descubrieron la grandeza y amplitud entre sus muros y sillería de granito. Y de nuevo la Plaza y la Hospedería Puente de Alconétar vigilante desde su muralla e imponente fachada. Por la tarde no podíamos poner distancia a la cercanía y fuimos a visitar el impresionante Puente Romano de la bella Alcántara. Nunca el nuevo puente que por fin se inicia, pasará a la historia como el actual, porque pasear por la calzada romana y cerrar los ojos bajo el Arco hace que nos traslademos a la rica historia de un tiempo inolvidable.
Y en ese camino de descubrir y reencontrarnos con la hospitalidad y sencillez de la buena gente que es también nuestro patrimonio, aplaudimos el gesto de la Alcaldesa Elisabeth y del Concejal Jesús Ramos de facilitarnos la visita. Qué buenos nuestros ricos dulces!. Y de Maru, la guía de turismo que nos explicó con toda paciencia y sabiduría, que nos descubrió algunos secretos desconocidos. Gracias. Y en esos reencuentros donde el bello espacio de la amistad se refuerza, siempre hay momentos para los recuerdos de una etapa de la vida. En los descansos y en la comida, así como durante el camino nos agradecieron nuestros amigos y vecinos el viaje porque les habíamos ayudado a recuperar un camino. El camino de seguir disfrutando de la vida, de seguir haciendo que los pequeños grandes momentos sean motivos para seguir sintiendo y descubriendo nuestros sentimientos, que entre otras maravillosas razones nos ayudan a no dejar de ser como somos.
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