Durante estos días he estado recorriendo y visitando calles de un tiempo vivido en dos ciudades que tienen un gran significado en mi río de la vida. Hay recuerdos que nos llevaremos siempre en nuestro interior y que nos acompañaran durante toda la vida. Son los espacios que se viven y comparten de una forma distinta sobre todo cuando somos jóvenes. Una tarde de septiembre de 1981 me subía a un tren rumbo a León, donde en un primer recuerdo de aquel día muchos chicos de mi edad se asomaban y me saludaban a través de las ventanillas. Eran los tiempos de la incorporación a la entonces obligatoria prestación del servicio militar, la "mili". Trece meses después me licencié, aunque yo decía "me liberé". Dejó de ser obligatoria en 2001. Y digo así, porque nunca entendí lo del servicio militar. Sería cuestión de mis creencias desde pequeño y que siempre recordaba aquello que dice Paco Ibáñez en una de sus canciones...."la música militar nunca me supo levantar".
Pero han pasado muchos años desde entonces y hoy las cosas han cambiado. Todo ha cambiado y cómo han cambiado las ciudades de León y Zamora!. Hemos cambiado nosotros y estas ciudades, en la que sus distintos gobernantes han sabido compartir y sumar a los nuevos tiempos después de la Democracia, y hoy sus ciudades tienen un patrimonio que se vende solo. Pero cuando digo que sus responsables políticos así lo debieron entender, es porque investigando y consiguiendo información paseando por sus calles y observando sus monumentos, nos damos cuenta de la grandeza y majestuosidad de sus edificios. León sorprende por su historia milenaria, por sus maravillosos monumentos (no solo la impresionante gótica Pulchra Leonina), por sus museos, por la otra nueva ciudad guardando una estética en su nuevo paisaje urbano, por el tapeo y por sus excelentes vinos que inundan sus dos barrios emblemáticos (el barrio húmedo y el romántico), por su rica gastronomía y por la tranquilidad y amabilidad de sus gentes. Y otra cosa que destaca en León es su nombre, que se debe a la Legio VI romana. León, todo un descubrimiento que sorprende maravillosamente y que me encantó por muchos detalles que encierran sus edificios y calles, donde se nota en sus bellos rincones la capitalidad de un reino poderoso, con rincones medievales espectaculares y recuerdos judíos que formaron parte del esplendor de la ciudad, sin olvidar que fue Cuna del Parlamentarismo. León ha sido sorprendente también por ese interior que siempre se queda en los adentros y que recordaré toda la vida.
Zamora "la bien cercada". Decían que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Hablaríamos de hace más de diez siglos, pero entonces la importancia de una ciudad se medía por las puertas que tenía. Había división en esas tierras entre castellanos y leoneses. Un asunto que hoy está superado. Hasta puede que el maravilloso Duero (sin nenúfar y con una pequeña playa) marcara la dirección y el sentido que tenían que seguir unos y otros. En Zamora he recordado mi estancia de mayor tiempo en la "mili". Hoy el cuartel militar es el campus universitario Viriato. Paseé de nuevo por su enorme patio donde una noche sonaron acordes militares y nos hicieron formar a todos por si teníamos que salir por la ciudad. El mejor uso posible que le han podido dar. Zamora es toda una maravilla del románico donde puedes sentir hasta la presencia de Viriato observándote desde su monumental piedra. La catedral y sus enormes tesoros en forma de tapices de los siglos XIV Y XV. Te sorprende el reflejo por la noche de la impresionante catedral y de una parte de la muralla en las aguas del Duero. Su rica gastronomía tradicional y sus variados vinos de la tierra hacen honor, como se recoge en uno de sus refranes más populares "no se ganó Zamora en una hora"....por ello, hacen falta muchas horas para descubrir la ciudad.
Hay muchas ciudades con un enorme patrimonio cultural, monumental, artístico y gastronómico. Cuando viajamos y descubrimos otros territorios nos asombramos porque no los conocemos y reflexionamos comparando unos y otros. No hay una ciudad en nuestro país que no tenga esa riqueza por sus monumentos, por sus rutas, por su historia. Siempre he pensado y conozco varias ciudades, que el destino de muchas ciudades tiene que ver con creer en su historia y su cultura, ponerla en valor. También en ese creer, tienen mucho que decir quienes la gobiernan porque son los que pueden cambiar ese destino. Los tiempos han cambiado y las personas con nuestra forma de entenderlo, lo estamos haciendo posible. Hoy el patrimonio puede constituirse en uno de los mejores argumentos para dar la vuelta a la historia y convertir las ciudades en referencias de primer nivel consiguiendo que sean un descubrimiento que sorprenda, pero como decíamos también hace falta creer en ello para hacerlo posible. Y esa puede que sea la razón por la que algunas ciudades siempre tienen mucho que ver y decir.
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