Durante esta semana se ha celebrado Pleno en el Congreso de los Diputados y con la votación realizada por sus Señorías, Pedro Sánchez ha salido elegido como Presidente del Gobierno. Ha sido un acto que es normal y democrático en un sistema político como el que tenemos en nuestro país. Los partidos políticos con la representación que les otorgan los votos de los ciudadanos llegan a acuerdos y de ellos se conforman las mayorías que eligen al que será responsable del gobierno del país. Y esto es normalidad democrática cuando lo hacen los partidos de izquierdas y cuando lo hacen los partidos de derecha. A estas alturas no haría falta comentar nada de este proceso, pero viene sucediendo que algunos se niegan a aceptarlo y utilizan el calificativo de que esto "es una dictadura", "un golpe de estado", que con tanta frecuencia estamos escuchando en estos días. Se puede estar en contra de los acuerdos, pero es tan legítimo y constitucional el proceso actual como cuando Aznar consiguió ser elegido Presidente en 1996 con los votos de los nacionalistas catalanes.
Cuando los ciudadanos hablamos de estas declaraciones y las pronunciamos, puede que no estemos dándonos cuenta de lo peligroso que pueden llegar a ser. No pasa nada porque llegan a donde llegan, pero otra cosa es cuando quienes las pronuncian son responsables políticos que tienen altas responsabilidades en un partido o al frente de una Comunidad Autónoma. Porque aquí cabe la pregunta, ¿de qué pretenden alentar o manifestar? ¿se está tratando de introducir en la opinión pública la idea de que nuestro país está dejando de ser una Democracia? ¿se está tratando de generar un clima de tensión y crispación permanente para toda la legislatura para deslegitimar la decisión del Presidente del Gobierno y de los acuerdos a los que se ha llegado con otras fuerzas políticas?.... Porque se han dado pasos en esa línea con declaraciones y desde decisiones del Consejo General del Poder Judicial o desde la mayoría absoluta del PP en el Senado modificando el Reglamento para que la ley de amnistía se dilate en su tramitación, o con las manifestaciones de estos días en la calle, porque no se entiende que uno de los lemas que se está utilizando es "en defensa de la Constitución". La Constitución se defiende desde el ejercicio de la política democrática tal y como está establecido en la propia norma fundamental.
Hace unos días escribía sobre la necesidad de poner temple en la actual situación. Volver a la sensatez y al sentido común. Podemos manifestarnos hoy en día porque así lo establece la ley y ese es un derecho fundamental que costó mucho en nuestro país, porque no siempre ha sido así. Pero creo que una vez celebradas las elecciones y elegido un nuevo Gobierno es absolutamente necesario situar y poner a cada uno a cumplir con el papel que los ciudadanos hemos votado. Lo otro es buscar el conflicto queriendo responder desde la manifestación y la crispación de la calle. Porque no hay fraude donde ha habido libertad para elegir. Y porque no se provoca tensión si se acepta el resultado. Pero quizás es ese el problema, el de no aceptar un resultado que, en primer lugar, votamos los ciudadanos y, en segundo lugar, ha sido refrendado con el voto de nuestros representantes en el Congreso.
He manifestado en anteriores entradas mis dudas sobre algunos de los acuerdos a los que se han llegado con los nacionalistas y me preocupan, porque no se hasta qué punto me va a afectar como español y como extremeño alguno de ellos. Pero estamos en una democracia afortunadamente, y una vez elegido un Gobierno absolutamente legítimo y constitucional, es la política la que tiene que ocupar el espacio para dedicarse a resolver los problemas de la gente que son muchos y además con una legislatura que se antoja muy complicada. Creo que hay que recuperar el espacio del reencuentro y la cordura reconociendo que se necesitará de tiempo, pero lo contrario solo nos lleva a más crispación y a estar en boca de nuestros ciudadanos europeos por ello y no por volver a ser un país influyente y reconocido. Es el tiempo de la política y para ello es necesario que la política vuelva a recuperar su espacio.
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