Esta semana reflexionaba con un amigo ante el nuevo tiempo político que después de las elecciones autonómicas y municipales se ha abierto en nuestro país. No comentábamos sólo de aquellos que aparecieron hace poco más de una década y que están a punto de desaparecer o quedar como un partido político irrelevante y no sólo como consecuencia de los últimos resultados electorales. Llegaron a ser fuerzas influyentes e incluso a gobernar en coalición en algún caso, para en poco tiempo pasar a convertirse en organizaciones que formarán parte de la historia reciente por su rápida desaparición. Será el resultado de la "ola" que recorre el continente en forma de "dana" aunque en este caso no se trata de un fenómeno atmosférico, sino que tiene efectos extremos porque va a cambiar y eliminar muchos de los derechos de estos últimos años. Lo estamos comprobando ya con lo que se ha conformado en algunas ciudades y gobiernos autonómicos porque algunas declaraciones son muy claras y no caben matices.
Comentábamos también que hoy se habla más por los criterios de otros que por el de cada uno. Puede que sea por la influencia que tienen los medios y sus titulares, donde caemos en el error de no pensar ni leer la letra pequeña. Por el cambio experimentado en la sociedad a raíz del "bicho" y su afectación a nuestro interior. Por el hartazgo y cansancio de la gente de tantas promesas renovadas en muchos casos. Por la falta de confianza que nos está convirtiendo en seres más individualistas. Porque nos sentimos presos de tanto bulo y mentiras que aparecen a diario en diferentes medios, incluidas las redes sociales. También por las decepciones que sin hacernos desaparecer, sí que nos desorientan y nos hacen perder el rumbo de la coherencia y de la ética política. Por la intoxicación que aparece por todos lados y que rápidamente la convertimos en verdad, sin detenernos a comprobar si es cierto lo que nos cuentan. Por los cambios que todo esto produce y que genera distanciamiento en la gente que antes votaba ideológicamente y que hoy vota emocionalmente....y también quizás por el cambio producido en la ciudadanía que votaba a la izquierda porque se identificaba en sus políticas y las hacían suyas, y hoy quizás es la derecha y los que lo votan, los que se identifican a la hora de defender sus intereses porque son coincidentes. y por eso no cambian nunca su voto. Hay más causas, pero cada organización debería profundizar en ellas porque la autocrítica no sólo es muy sana, sino que es un gran argumento.
Y en todo esas causas y otras que serían ciertamente interminables pero que afectan en el día a día, también está la distancia entre los debates de lo cotidiano y los de los tertulianos, o el que se produce entre los políticos de un signo y de otro. O el que se produce entre los economistas y sus derivaciones según sus intereses. O el que se produce entre los distintos medios de comunicación. Todos hablan en función del tiempo y sus defensas e intereses, pero el ciudadano que acude cada día, cada semana o una vez al mes a hacer la compra, ve y comprueba la economía doméstica con la que tiene que enfrentarse. Y esa es la verdadera economía, porque la mayoría de los ciudadanos no entienden de las grandes cifras que siendo ciertas se ven muy lejos. Tan lejos que terminan por no prestarles atención o considerarlas falsas, porque de aquello que no se entiende al final se puede hasta llegar a pensar que para qué perder el tiempo sin saber lo que hay detrás.
Y ante las próximas elecciones generales nos preguntábamos si los ciudadanos volverán a ser el experimento de aquellos que sin programas ni compromisos, sólo quieren hacer cambios para recortar derechos civiles, sociales y políticos de los últimos años. Porque puede que después de la aprobación de la Constitución del 78, los últimos 20 años hayan profundizado en la consecución de tantos derechos que hasta es posible que hayamos perdido la referencia de saber cuántos son. Y la pregunta que nos hacíamos es si teniendo tantos derechos, acaso hemos analizado el esfuerzo que se ha realizado para llegar a donde estamos, o por el contrario, creemos que esto formaba parte del deber y por tanto ha llegado como la lluvia?...en el interior de "La utilidad de lo inútil" tengo escrito que nunca el tiempo es perdido y dedicar tiempo a reflexionar es de las mejores compañías por el aire de libertad que nos encontramos cuando compartimos el tiempo de pensar.
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