Se dice que nunca el tiempo es perdido y será que me suena más porque es una frase de una de las canciones de Manolo García y que suena tan bien, como el conecta en sus directos en los conciertos. Estos días son siempre especiales, aunque mejor decir que una visita a los orígenes y a mi pueblo, son siempre especiales. Decidí recordar y abrirme de nuevo al compromiso con los recuerdos. Esa forma que tenemos cada uno de expresarnos y que para mí, tiene un enorme valor y siempre será así. Son esos momentos en los que el tiempo se detiene y se disfruta. Te asomas y quieres seguir mirando todo lo lejos que te permitan tus ojos. Porque en los recuerdos no importa el tiempo, sino lo que te importa es lo que te transmiten y trasladan esos tiempos. He pasado unos días en mi maravilloso pueblo y me sigue gustando disfrutar de los tiempos de una juventud vivida en tantos rincones y espacios tan llenos de recuerdos.
Imaginemos cuando cerremos los ojos todo lo que podemos llegar a abarcar en esos tiempos, en esos años. Lo sugiero, es muy sano. Un día lo quise hacer tempranito porque ahora es la mejor manera de romper los sentimientos de lo interior. El silencio de las primeras horas del día. Ese golpe de conciencia interior que se te abre. Ese espacio penetrante que se vuelve más vulnerable. Esos momentos donde te reencuentras con los silencios de una conversación que te ayuda a recordar y reflexionar. Ese enorme valor que hoy tienen las cosas en las que quizás no reparamos por estar perdidos, pero que adquieren una profundidad que te hace abrirte en canal. Esos momentos del río de la vida que te hacen responder interiormente a como se va desarrollando y transcurriendo el tiempo de la vida, y en los que cerrando los ojos comprobaremos que cuando te toque es lo único que te vas a llevar contigo. Todo esto y mucho más quise vivirlo en los silencios de un espacio que me llena de unos recuerdos maravillosos y que consigue que me muestre ante el espejo sin tener que poner una cara que no sea la de la realidad del camino recorrido y del tiempo vivido.
Será por el origen ferroviario o no, pero siempre me resultaron atractivos y llamativos los trenes. No hay mejor recuerdo posiblemente que el de un viaje de largo recorrido en tren y si es de los de antes, mejor. Podían circular más lentos y quizás también se averiaban menos, incluso era difícil que llegaran puntuales pero al margen de esta cuestión, un viaje en tren de largo recorrido es una experiencia inolvidable. Durante unos años pude hacer muchos kilómetros con un documento llamado "kilométrico". Un carnet que teníamos por un número de kilómetros los familiares directos de ferroviarios. Me gustaba pasar horas apoyado en la ventana y observar los caminos, los ríos, los pueblos, las estaciones y los apeaderos. Charlar con algunos viajeros y escuchar historias de viajes. Antes las personas nos mostrábamos mucho más. Podría decirse que nos comunicábamos más. No existía internet y por tanto no había redes sociales. Quizás es la causa de que hoy cada día queramos "saber más" de lo de algunos sin ser importante para nosotros, que lo de cada uno. Nos preocupa aquello con lo que no nos une ningún vínculo o relación y ello es un problema en el que estamos colaborando a que este mundo esté organizándose así.
Mientras disfrutaba en la observación del paisaje disfrutaba los momentos vividos de un tiempo lleno de recuerdos que me asaltaban. Visualizaba la torre del castillo de Floripes y hablaba con los silencios de sus leyendas. En lo lejos, el depósito de La Atalaya y su mérito como obra de la II República. La inmensidad del gran lago-embalse del Tajo que sepultó para siempre puentes maravillosos y unas tierras que producían mucha riqueza. Y en esos momentos de silencio donde la proximidad del agua refrescaba, un espectáculo precioso apareció entre los canchales. Un grupito de gamos hembras (me parecieron en un principio ciervas) cruzando una parte del río. Llegaron a la otra orilla y eso me llevó a reflexionar. Los tiempos han cambiado, las autovías y el futuro ave nos acercarán a las personas, pero pensando en esos puentes sobre el Tajo estaremos perdiendo para siempre la belleza de un paisaje que el tiempo convertirá en ruina y se perderá para siempre, como le ha sucedido a la emblemática estación de ferrocarril de Rio Tajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario