Me decía un amigo que el también tiene pueblo y que cuando lo visita suele perderse por espacios que le hacen recordar. Recordar y sentir, revivir un tiempo y reencontrarse con aquellos momentos. Es algo normal, le comenté. Son nuestras raíces y lo que hacemos es alimentarnos con esos recuerdos que nos hacen refugiarnos en nuestra memoria. Es como una conjunción del tiempo que vivimos y de la búsqueda de las respuestas de este nuevo tiempo que camina acelerado y nos impide parar. Es la línea que le da sentido y continuidad a entre lo viejo y lo nuevo. De aquello que desaparece dejándonos las huellas y lo que vemos que se acerca y nos hace sentir con más distancia, como queriendo proyectar nuestro presente con más tranquilidad. Todos tenemos un pueblo y es por ello que todos podemos llegar a tener esos recuerdos.
Y en ello andamos, en busca de nuestro tiempo como ciudadanos, como sociedad. Queriendo encontrarnos en este mundo egoísta e individualista. En un tiempo viviendo el presente, que es aquello que nos pasa a medida que pasa. Como observadores de lo que se mueve y hasta donde llegamos, pero preocupado porque cada día parece que aquello que es de todos, cada vez importa menos. Podemos normalizar esta frase si queremos, pero eso acompañaría y reforzaría el problema, no lo resolvería. Porque le quitamos importancia y porque al final optamos por no dar respuesta y nos refugiamos en el pragmatismo de decir que no es para tanto. Pensamos que el tiempo ayuda a situar las cosas en su sitio, pero por sí solo no es así. Hay que poner de parte para que todo se parezca a lo que queremos, a lo mejor que puede llegar a ser.
Y en esa búsqueda del tiempo que vivimos cada día, se hace más necesario el escuchar. Escuchar y compartir. Creo que es de los mejores ejercicios que podemos llegar a hacer. Porque nos ayuda a seguir aprendiendo y nos hace estar con los ojos abiertos ante este mundo que está controlando hasta el aire que respiramos. Me lo dice siempre mi amigo Pepe: escuchando y compartiendo no me siento solo y además me ayudas a reflexionar. El sentido común es como un tesoro de sentidos que nos pertenece a todos, que todos lo tenemos. Se trata de cómo actuamos y pensamos los ciudadanos. A veces es cierto que se utiliza como un argumento con el que nos movemos y que sin contar con ningún apoyo científico, la gente sabe como desarrollarlo, porque aparte de ser algo natural, hace que también nos sintamos bien y hasta es beneficioso para la salud.
El tiempo que vivimos se vuelve a veces caprichoso y hasta puede conseguir que lo realmente importante y que tiene valor no lo valoremos. Lo podemos comprobar a diario en muchos ámbitos. Hasta es posible que sea una de las causas de que hayamos caído en esa normalización a la que me refería antes y esto es muy peligroso. Una frase de El Principito creo que puede ser muy descriptiva "Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos". No le damos valor a las cosas que realmente lo tienen, a las esencias de la vida. Por ello tratemos de buscar más en nuestro interior y miremos más allá de las apariencias. Valoremos el tiempo que vivimos y lo recordemos, porque en realidad aquello si que existió. Fue real, no lo soñamos.
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