En esta semana he asistido a un acto sencillo y muy emotivo. Se trataba de la reinhumación de los restos de un extremeño muerto en la cárcel franquista de Orduña, en el País Vasco. Se dice que muchos extremeños tuvieron el mismo final en el mismo penal. Las razones no existieron, pero podría definirse como un ejemplo de la sinrazón y de la barbarie franquista. Un ejemplo más de los miles de fallecidos extremeños y españoles que por estar al lado de un Gobierno legítimo, como lo fue el Gobierno de la República fueron represaliados, encarcelados y asesinados. Miles de ellos aún se desconocen donde pueden encontrarse sus restos. Pero esta historia de los hermanos Manuel y Salvador del Amo que pude conocer en estos días, no es una historia más, es una historia real que nos debe hacer reflexionar y más en estos tiempos. No importa que hayan pasado los años que han pasado, porque la historia nunca puede construirse desde el olvido y el silenciamiento de los vencidos. Como se decía en el acto, ningún tipo de rencor en la cara de los familiares y amigos. Sólo el deseo de recuperar una parte de la dignidad humana de estos extremeños, su reconocimiento y reparación.
Y en estos días que se están realizando pactos políticos para formar Gobiernos en Comunidades Autónomas entre PP-VOX donde se proponen derogar las leyes de Memoria Democrática, parece conveniente reflexionar sobre la historia de aquellos años y de aquellas personas que perdieron su vida absolutamente de forma injusta. Porque el pasado y la historia vivida no puede olvidarse. Forman parte del interior de las personas y sobre todo de aquellas como en este caso que no pueden ser silenciadas. En demasiadas ocasiones no se ha querido hablar de aquello que pasó y aún sigue. Se podría decir que es una asignatura pendiente en el ámbito de la educación. Se quiso silenciar para no reconocerlo y se introdujo un miedo entre las personas afectadas que ninguna familia se atrevía a levantar su voz más allá de la puerta de su casa. Por esta razón y por otras que están en la memoria, se debe introducir de la forma más objetiva posible en la última fase de primaria y en toda la educación secundaria el hablar en profundidad en una asignatura.
Porque ha pasado tiempo y esto permite desde una visión con luces largas que se pueda reflexionar. Desde el convencimiento de que no se trata de abrir ninguna herida, sino de que desde la bandera blanca de la dignidad se haga lo posible por seguir buscando y que los familiares de aquellos que sufrieron pudieran recuperar a los suyos. Cuando escuchamos, vemos o leemos episodios de aquellos años en libros o documentos que muchos se jugaron su vida porque algún día se supiera lo que pasó y se hacía, es como si nos reencontráramos con algún capítulo que hemos podido escuchar de nuestros familiares. Recuerdo conversaciones con mi abuelo y siempre me decía que lo que él me contara no lo dijera, pero que quería que lo conociera. Estoy seguro que esas conversaciones han sido muy corrientes en muchas casas y familias.
Estoy releyendo un libro de Isaías Lafuente "Esclavos por la patria" y en una de sus hojas hace referencia a un libro que recoge una extensa conversación de Felipe González y Juan Luís Cebrián, en el que el Vicepresidente Primero del Gobierno Gutiérrez Mellado, siendo aún presidente Suárez, le pidió un favor personal a Felipe: "Usted va a ser responsable del Gobierno en algún momento, ¿por qué no espera a que la gente de mi generación haya muerto para abrir un debate sobre lo que supuso la guerra civil y sus consecuencias?. Debajo del rescoldo sigue habiendo fuego, le ruego que tenga paciencia". Felipe le hizo el favor a Gutiérrez Mellado, aunque no tiene claro que se lo hiciera también a nuestra memoria histórica. No es por las fechas en que nos encontramos exclusivamente, pero sí que es cierto que ya han pasado demasiados años para que siga sin contarse de una forma absolutamente objetiva lo que pasó y es por ello que sigo reivindicando que la escuela debería ser el lugar donde contarlo, porque nunca "el olvido puede ser una opción en una Democracia".
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