En el camino hacia los recuerdos es fácil en pocos segundos recorrer años de un tiempo pasado. Probemos mirando a lo lejos y abriremos un hilo de sensaciones. Me suele suceder algo así cada vez que voy hacia el lugar donde están mis orígenes, mi esencia y mucha parte de mi identidad. Es el espacio de los sentimientos que te asalta y que te pellizca. Son los momentos que se convierten en únicos. Cada vez que voy hacia mi pueblo me sucede. Me reconforta y en el camino que nos acerca voy pensando en ello. Es natural. Es algo así como una razón de la existencia. Una razón que se siente e identifica. Será aquello del sentimiento garrovillano que consigue que nos reconozcamos y que lo compartamos mostrándonos tal como somos. No descubro nada y quienes siguen este Puente me dicen que es pasión de pertenecer a un pueblo sencillamente maravilloso. Y tienen razón.
Tenía aparcada una cita con un amigo que la suerte me permitió descubrir hace algunos años. Un encuentro donde los lazos se refuerzan con el sentimiento mutuo y compartido. Con el tiempo nos vamos dando cuenta de que aprender de la experiencia es uno de los mejores regalos que podemos tener las personas. José María Rodríguez Santa es una persona de la que tengo la suerte de compartir su amistad. José María es un enamorado apasionado de Extremadura. Un extremeño comprometido con su tierra desde hace muchos años y es una buena persona. Es una enciclopedia enriquecedora de la vida, al que hay que escuchar y dejarle hablar. He dicho en muchas ocasiones que se aprende escuchando y que llega un momento en que nos hemos ganado el derecho de seleccionar. En mi caso seleccioné hace tiempo el poder compartir días con gente que me puede aportar y él es uno de ellos. Y vaya si me aportó. No sólo disfruté de los paseos por las calles, plazas y monumentos de mi pueblo. Disfruté viendo disfrutar a una persona como él desde el derecho como ciudadanos libres y críticos que buscan encontrar la felicidad del momento en un paseo, en una charla, en una comida, desde la confianza y la complicidad que une una relación de amistad. Gracias amigo.
Hace unos días escuchaba una conferencia organizada por el Ateneo de Badajoz. Unas palabras que escuché del conferenciante Juan Carlos Campos me permitieron en el camino de vuelta reflexionar sobre algunas frases mencionadas. Pensé en la necesidad de ser ciudadanos críticos en una sociedad que camina demasiado deprisa. Tan deprisa que no nos permite detenernos a reflexionar sobre lo que está pasando y por qué. La necesidad de pensar y más en estos momentos, donde hay tanto ruido que no permite ni quiere que dediquemos ese precioso tiempo a pensar por nosotros mismos. Y es cierto que todo esto está pasando y tengo a veces sensaciones de que sabiéndolo, es como si hubiéramos caído en la normalización de ello. Lo que constituye un problema ya que no nos deja pensar como ciudadanos libres al haber bajado los brazos y estar mediatizados por haberlo normalizado.
Hace falta más compromiso social y ciudadano. Y hace falta mucho más humanismo en la sociedad. Puede que hoy nos hayamos acostumbrado a estar más comprometido cada uno más en lo nuestro y menos en lo de todos, y esto es muy peligroso. Puede que esa sea una de las razones de este cambio de paradigma que se ha producido en la sociedad. Tengo el temor de que cuanto más tiempo pase y esta situación permanezca, estaremos sembrando un campo abonado a la generación de mayores niveles de individualismo y egoísmo y estaremos compartiendo una sociedad donde cada día seremos más indiferentes los humanos.
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