Hace unos días cuando me acercaba a comprar el pan a una de las panaderías del barrio escuchaba una conversación en la que uno de los vecinos decía en voz alta "que vuelva la rutina"....en mi paseo por el Guadiana mientras observaba las aves pensaba en lo que había escuchado. Es cierto lo que decía el vecino, pero en pocos días una vez que se terminaran las fiestas navideñas nos estaríamos preparando para unas nuevas fiestas como son los Carnavales de Badajoz. Y se terminaban estos y en pocos días estaríamos de nuevo en fiestas con la Semana Santa. Después llegarían las romerías y en pocos días nos encontraríamos preparando las siguientes que son las de San Juan. Y después nos encontramos con las vacaciones de nuevo y las fiestas de verano. Que iniciaremos el mes de Septiembre y nos encontramos con la fiesta de la creación de la ciudad. Después continuamos con algunos "puentes" y otras fiestas y nos volvemos a encontrar el mes de diciembre con lo que ya sabemos de todos los años.
Pero son los días del pasado mes de diciembre los que superan todas las previsiones de fiestas. Podríamos decir que iniciamos el puente de la Constitución y no paramos de consumir hasta que no se acaba Enero. Cuando estábamos en una de las crisis sufridas de este siglo, una de mis hijas me escribió una nota que aún mantengo pegada en mi estantería ?dónde está la crisis si todos los días vemos a gente por las calles con bolsas después de haber comprado en las tiendas?. Creo que estas fiestas nos superan a todos y todas. Si alguien no ha tenido o tiene una bolsa entre sus manos en estos días, es que posiblemente haya conseguido aislarse, es un raro-raro o se haya marchado a la montaña. Perdemos las referencias y nos hemos vuelto un poco locos. La fiebre del consumismo nos puede. Ya no hacen falta anuncios ni publicidad. Ya no hay que esperar a las rebajas porque entre otras razones ya no hay fechas únicas. Y otro reflejo de lo que somos es que no somos previsores y dejamos las compras para el final. Al final es que somos como somos y aunque lo sabemos, será que no queremos cambiar.
Nos hemos dejado llevar por una corriente donde nadie quiere quedarse atrás o ser considerado un poco raro-raro. Reflexioné sobre lo que escuché en la panadería y hasta es posible que no queramos que vuelva cuanto antes la rutina. Nos hemos deseado un buen año aunque tenemos muchos días por delante para demostrarlo. Hemos renovado promesas para intentar que esta vez si podamos llegar a hacerlas realidad. Nos hemos dado más besos y abrazos que en todo un año. Nos va la marcha de ser tradicionales aunque no todo vaya con cada uno de nosotros, porque llegado el caso, nos adaptamos. Hemos copiado hasta fiestas que ni por asomo pensábamos que iban a ser de nuestro gusto. Y estamos cambiando nuestras costumbres y nuestras formas porque no nos queremos quedar atrás, y aunque la cuesta de enero no sepamos cómo superarla, hay que demostrar que aunque no se pueda, se hace el esfuerzo porque nos puede aquello de no tener que responder por no llevar la bolsa, que hoy hasta tenemos que pagar.
Entre fiestas y consumo empezamos el año. Las fiestas vienen bien con moderación, porque llegado el caso hasta son buenas para la salud por aquello de relajarse y descansar. El consumo llama al consumo y nos lleva a dejar de ser tradicionales y convertirnos en portadores de bolsas y regalarnos cosas aunque no las necesitemos. Al final nos estamos convirtiendo en un producto por el que unas máquinas que no cotizan nos controlan. No nos damos cuenta de ello y después nos preguntamos porqué recibimos ofertas de servicios de empresas o llamadas por teléfono que nos interrogan. Me decía un amigo que no hemos cambiado lo suficiente para seguir cambiando, pero que sin darnos cuenta estamos cambiando y que cada vez somos menos nosotros y nos estamos pareciendo más a algo que no se sabe bien a donde nos va a llevar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario