La verdad es que se ve cada cosa....escuchaba estas palabras hace unos días y me hacían asomarme de nuevo a lo que me refiero en muchas ocasiones como lo cotidiano. Aquello que nos enseña y nos hace visualizar escenas de lo que podríamos llamar lo ordinario, lo de cada día en nuestro río de la vida. Quizás porque nos muestra una imagen posiblemente en la que todos podemos reflejarnos. En la que nos quedamos pensando por un momento sobre lo visto, lo vivido y comprobamos historias de protagonistas anónimos. Pero también en la que esa imagen se nos queda un segundo y rápidamente olvidamos. Me he preguntado en ocasiones si esa cosa que se ve forma parte cada día más del paisaje urbano y de la normalización con la que hemos empezado a asumirlo. Y me preocupa caer en formar parte de ese paisaje de la normalización.
Un mensaje como forma de respuesta a un vídeo que he subido en estos días sobre la situación de la fuente de un parque de la ciudad me hacía reflexionar sobre el tiempo que compartimos. Es un paisaje que se vive seguramente en muchas de nuestras ciudades y que refleja un problema ante el cual los ciudadanos a veces permanecemos impasibles e indiferentes. Lo vemos, lo sufrimos y generalmente nos callamos. Y en ese espacio de "la verdad es que se ve cada cosa" no reparamos en mostrar nuestra disconformidad de forma solidaria. Hacer y hacerse. Porque se trata de que no seamos cómplices cerrando nuestra mirada ante lo que nos golpea cada día y porque también se trata de que seamos conscientes y realistas que si a nosotros nos da igual esa situación, los que tienen que resolverlo no lo harán o lo llevarán a cabo después de que pase demasiado tiempo. Cuando toque o cuando se pueda, suele ser la respuesta.
Quizás es que hoy aspiramos a poseer cada vez más cosas en vez de ser un poco mejores. Y puede que esa forma de pensar y aspiración, no nos haga que reflexionemos en lo que es de todos y sólo pensemos en lo que a cada uno nos interesa e importa. Quizás esta aspiración no nos haga ver lo injusto que es que esas situaciones perduren. También puede suceder que sencillamente cerremos los ojos y miremos hacia otro lado para no querer ver lo que tenemos delante. Quizás sin darnos cuenta estemos colaborando y no provoquemos con nuestra acción o reacción que el problema se resuelva. Puede que cada cosa tenga su porqué y hasta es posible que no tengamos la respuesta. Pero no tengo dudas de que hay que mostrarse en forma de reivindicación cuando no quieres caminar por este tiempo siendo indiferente ante lo que pasa a nuestro alrededor.
Porque como leí hace tiempo "queda lo escrito, lo demás no queda", en este espacio del rio de la vida de cada uno, cada día aprendemos algo nuevo. Por ello debemos saber que la indiferencia no nos ayuda a resolver el problema. La indiferencia o la no preocupación y reivindicación de los problemas nos hace insensibles. Consigue hacernos conformistas y ciudadanos no comprometidos. Tenemos que pasar de la ficción a la realidad pensando y poniendo nombres a las actitudes y posturas. Creo que vivimos un tiempo en el que no nos podemos permitir mirar para otro lado, porque estaríamos escribiendo las páginas de nuestra historia como la generación que por ser indiferentes perdió la oportunidad de reivindicar las desigualdades de todo tipo para siempre.
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