En esta semana estamos asistiendo a una especie de "guerra de guerrillas de dos televisiones", cuyos protagonistas son dos programas y sus presentadores. Sabemos que vivimos en una sociedad donde la televisión es el medio de comunicación que más genera o contribuye a formar una opinión en la gente. Es un medio de comunicación que ve todo el mundo, se está pendiente y no es raro que escuchemos que lo "ha dicho la televisión" y por ello ya le damos carta total de veracidad a lo que cuenta. Esa es una de las grandes razones de un medio. Ser veraz para ser creíble. El problema quizás es que hay una cada vez mayor sensación de que con tantas noticias ya lo de la credibilidad también tiene que ver con cómo se cuenta la noticia o se traslada la información y también seguro con eso que aceptamos cada vez que abrimos una página. Por no comentar y extenderme que también dependiendo del medio que lo cuente, porque hay muchas ocasiones que la noticia se cuenta y cuando se contrasta comprobamos que hay muchos matices, por llamarlo de alguna manera.
Pero por no despistarme de lo de "guerra de guerrillas" me causa cierto asombro que el seguimiento de la audiencia de los dos programas a los que me refería, así como de sus apariciones y conversaciones en distintos medios, esté constituyendo una noticia que lleve a una buena parte de la ciudadanía a estar pendiente o, en otros casos, a tener que haber visto o leído noticias relacionadas con ello. Casi podríamos decir que tiene una repercusión como si se tratara de un acontecimiento nacional y es raro no escuchar o leer una referencia casi todos los días. Quizás soy de una minoría de españoles que no está pendiente de esa audiencia o repercusión, pero tengo que manifestar que me parece increíble la trascendencia y niveles que están teniendo los debates de si uno u otro tiene más repercusión, entretiene más o menos y tiene mayor número de seguidores, así como si tienen tendencia hacia un lado o hacia otro. Y alguien podrá pensar que cuando reflexiono sobre ello, es porque lo estoy viendo y prestando atención y por tanto me estoy contradiciendo. Pero nada más lejos de la realidad. Leo prensa y escucho radio tanto de una línea política como de otra. Porque a estas alturas como me decía una buena amiga, nosotros ya estamos en posibilidad de seleccionar dial y medio.
Cuando estoy escribiendo sobre ello es porque he hecho un ejercicio. He puesto en el buscador "la guerra entre el hormiguero y la revuelta". Y como decía anteriormente, la "guerra se cuenta por días" y como recordaba la frase que hizo famosa un entrenador de fútbol, hay que ir día a día o partido a partido. En cualquier caso y como decía al principio, el poder de la televisión nos hace que condicionemos hasta nuestras conversaciones. Aunque como me comentaban en un grupo de redes, por suerte hay tantas opciones en tantos medios que aunque nos cueste un poco encontrar algo que nos pueda entretener al margen de los dos, al final es mejor que a nuestro tiempo le demos valor y lo dediquemos a algo más útil o que nos pueda hacer aprender alguna historia que no sea la de participar de esta guerra de guerrillas.
Una de las veces que visité el Museo Vostell de Malpartida de Cáceres me fijé especialmente en esos aparatos de televisión sobre los cuales hay un montoncito de hormigón. Sin saber exactamente el significado porque de cada obra de este artista se pueden encontrar argumentos, sí reparé en una reflexión en ese momento: el peso que hoy tiene la televisión por su influencia y hasta los dolores de cabeza que puede dar de convertirse en un hormigón armado. Se puede pensar que estoy en un error y que mi reflexión de hoy es una pérdida de tiempo. Pero no quiero formar parte de ese espectáculo de opiniones de unos y de otros. Los mismos medios lo han expuesto y así nos va. Pienso que se ha perdido desde hace tiempo esa opinión veraz, coherente, transparente y libre y que nos quieren tratar como conejillos de indias al hacernos partícipes de esta polémica como si no hubiera otras cosas más importantes y es por ello que es como si nos utilizaran para que formáramos parte como sujetos de esta batallita o guerra de audiencias....aunque a la vista de lo que dicen esos "datos", igual es que yo voy a contracorriente.
Perdóname el tinte profesional: "opinión veraz" es una expresión paradójica. Veraz ha de ser la información, libre la opinión. Y otra cosa, la veracidad no es un criterio de calidad de la información, sino un requisito para serlo. Sin embargo la VERDAD sí clasifica las informaciones en buenas o malas.
ResponderEliminarY cuál es la verdad?....si tenemos tantas como pisamos este mundo, aunque había quien decía que verdad sólo hay una. Por eso le puse el título a la entrada: el ir a contracorriente es un esfuerzo necesario. Gracias Juan Antonio.
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