Llevo algún tiempo reflexionando sobre nuestra ciudad y buscando entre sus características el encontrar un punto que sea un modelo para que todo el mundo pueda hablar de Badajoz como una ciudad de referencia y deje de ser una ciudad de paso. No me estoy refiriendo a nuestro grandioso Carnaval o a la tranquilidad de vivir en una ciudad donde casi todo está cerca. No me refiero a cómo es su gente, porque somos como somos y ello por sí solo es una de nuestras características. No me refiero tampoco a nuestra cercanía con nuestros amigos portugueses si apostáramos realmente por más vinculación y relación. No me refiero a nuestro Guadiana que ya lo quisieran muchas ciudades, aunque no en su estado actual. No me refiero a la falta de infraestructuras terrestres y ferroviarias similares a las que tienen otras ciudades de nuestro país.
No me refiero a cómo crece nuestra ciudad sin tener muy en
cuenta que a mayor crecimiento y expansión debe producirse una mayor igualdad y
no desigualdad entre unos barrios y otros. No me refiero a seguir viviendo de
espaldas al Guadiana porque un río no separa, sino que debe servir para unir y
disfrutar y ello se está consiguiendo con una mayor conciencia ambiental y
ciudadana, aunque no por los que tienen competencias en su caso. No me refiero
a que el gran polígono industrial fuera más dinámico y tuviera un mayor
protagonismo y mejores infraestructuras prestándole más atención el
Ayuntamiento. No me refiero a que el cambio económico y social esté tardando y
las anunciadas empresas y proyectos no terminen de cuajar en una creación de
empleo y riqueza para convertirnos en unos años en la gran ciudad referencia
del suroeste ibérico.
No me refiero a llevar años sin saber o querer aprovechar el
paso de varias culturas por la ciudad y no haber apostado realmente porque
fuera una fuente de cultura, patrimonio y riqueza turística y de cambio para la
ciudad. No me refiero sólo a sus tradiciones culturales y religiosas en esas
calles y barrios que hacen sentir el paso de los años conservando su historia.
No me refiero a esa parte del Casco Antiguo que está fuera del circuito
turístico, que se evita y no aparece en los folletos, que nace a espaldas de la
Plaza de España y discurre por calles a las que el tiempo y el olvido les pasa
factura.
En alguna ocasión he tenido la oportunidad de reivindicar que
el Casco Antiguo no es sólo nuestra maravillosa Alcazaba, sus torres y murallas.
Una ciudad como Badajoz con el patrimonio que guarda entre sus piedras tiene
que ser reconocida y admirada para sentir la autoestima de todos los que la
visitan. ¡Cuántas ciudades quisieran tener el patrimonio que se esconde en esas
calles llenas de historia! Por ello y para ser esa referencia a la que aludía
en los “no me refiero”, es necesario creérselo y hacerlo posible invirtiendo en
esos tesoros aún ocultos y que en el futuro pudieran conseguir que nuestra
ciudad dejara de ser una ciudad de paso. Porque si las ciudades necesitan referencias
urbanas para ser identificadas, la ciudadanía necesita de esas referencias para
identificarse con ellas.
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