Como observador de aquello que podemos llamar de lo cotidiano, llevo algún tiempo reflexionando sobre el tiempo que transcurre desde que se anuncian los proyectos y lo que se tardan en poner en práctica hasta que llega su finalización o inauguración y puesta en funcionamiento. He llegado a contar en alguna ocasión que se anuncian las intenciones tres y cuatro veces. Por ello en el caso de la creación del Consorcio del Casco Antiguo de la ciudad de Badajoz me detenía en un artículo y comentaba que había pasado más de un año desde que se aprobó por el Pleno del Ayuntamiento. Es hasta posible que las intenciones de nuestros gobernantes fueran el ponerlo en práctica con más celeridad, pero parece que el asunto del cumplimiento de los plazos es para los ciudadanos por aquello de que si no pagamos en sus fechas se pueden llegar a acumular recargos, y no es para las Instituciones que pueden incumplirlos y al final incluso no pagarlos, por aquello de que ese dinero no es de nadie, porque es de todos.
Por ello insistía en que si comprobamos el tiempo que se emplea desde que se escribe lo anunciado y lo mucho que se tarda en poner en práctica lo mismo, podemos llegar hasta a olvidarnos y ahí se justifica quizás el que se anuncien los proyectos en varias ocasiones. El Consorcio tiene muchos objetivos y debería considerarse como el verdadero reto de la ciudad de Badajoz para los próximos años. Junto a la instalación o construcción de empresas que se anunciaron en su día y que por razones injustificadas aún no se han puesto en marcha, la creación y desarrollo del Consorcio del Casco Antiguo de la ciudad de Badajoz puede ser uno de los grandes argumentos de un nuevo Badajoz en el ámbito turístico, cultural, económico y de relanzamiento de la ciudad de referencia de nuestra región.
La experiencia y el conocer nuevos espacios es una referencia para tratar de poner luces largas en los proyectos. Porque visitamos otras ciudades y comprobamos como el corazón de las mismas está lleno de actividades y de personas. Lleno de vida y de visitantes. Calles con gente variopinta con ganas de conocer la historia y calles con historia deseando seguir contando para el futuro de la ciudad. Calles y gentes que llevan viviendo su proyecto de vida en ese entorno porque un día apostaron por el y quieren seguir apostando por esa recuperación tantas veces prometida y de la que esperan que no vuelva a ser una promesa renovada. Porque apostando por poner en valor lo que es de todos y la historia del corazón de una ciudad lo es, fortalecemos nuestras posibilidades y recuperamos nuestra identidad y nuestra esencia como pueblo, porque con el paso del tiempo los ciudadanos lo reconocemos y nos gusta vivirlo como aquello que nos pertenece, como aquello que es lo nuestro de siempre.
Por eso decía anteriormente que hay que ver lo que se tarda y todo lo que sucede, entre lo que se dice y lo que se hace. Y en el Casco Antiguo no hay que anunciarlo más. Que no demoren la firma, porque el tiempo pasa y la oportunidad no puede ser objeto de renovación más. Hay que diseñar un Plan Rector cuanto antes para intervenir en varios ámbitos como en la conservación, la rehabilitación urbanística, la reconstrucción y el mantenimiento del patrimonio histórico, entre otros. Un Plan que no puede retrasarse y un Consejo Rector que debe constituirse sin demora para empezar a tomar decisiones lo más pronto posible, porque el Casco Antiguo es una reivindicación histórica de hace 30 años y los que llevan gobernando esas tres décadas no pueden seguir justificándose ni en el papel, ni en seguir renovando promesas, porque si otras ciudades lo tienen y han conseguido que su ciudad sea referencia, la pregunta que nos hacemos es ¿Qué ha pasado en Badajoz para que no se ha haya conseguido?
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