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domingo, 29 de noviembre de 2015

Un ratito pensando.

No ha sido un fin de semana normal. La visita a mi pueblo y ver a mi padre, a mis hermanas y el regreso a Badajoz. Como pasa el tiempo y como se nota. Como se nota que pasa y va haciendo mella. Es el tiempo que toca y tratando de acostumbrarte a verlo, es muy difícil verlo pasar y sobre todo porque sabes que no puedes hacer nada, o casi nada por evitarlo. Porque aunque sabes que eso es lo que viene, no quieres que pase. Verlo pasar y sobre todo viendo como pasa, como hace su efecto. Como la enfermedad del olvido va haciendo mella y cada vez lo es más grande. 
Es un ratito de reflexión y te asaltan muchos momentos. Recuerdos y momentos. Momentos de lucha por superar las dificultades. Con la moto por una carretera hasta que llegara el fin de semana. Unos pabellones como lugar de descanso y unos pasos a nivel como lugar de trabajo. Horas de sueño en la soledad de la noche. Deseando que llegara el viernes y el descanso. Una cesta llena de bolsas de café o con cualquier otra cosa en aquellos duros años donde el esfuerzo y el trabajo aún estaba por reconocerse.
Las dificultades de una etapa donde las cosas empezaban a construirse. Unas jornadas con muchas horas de sudor y pocas de descanso. De cantón en cantón. Cruzando pasos a nivel, apretando y colocando muchas traviesas. Rellenando muchas hojas de servicios y acudiendo a un economato a comprar. 
Últimos años de la dictadura y primeros de la transición. Un viaje a Madrid de ida y una vuelta con la mirada perdida, como pensando que habría más oportunidades pero que quizás se había perdido una deseada. Después con el paso de los años, una ida y una vuelta a un encuentro reconocido y orgulloso del mismo, por saber que el lugar de hoy es el deseo de una realidad que un día hablamos y compartimos.
Hablas y se pierde a veces. Hablas y se reencuentra con momentos. Sabes que se siente orgulloso y sonríe. Sabes que aunque sean menos los momentos cada día, éstos en su interior superan. O así quiero pensarlo y con ello me quedo. Trato de hablarle tranquilo y cogiéndole la mano. Siente el calor y lo dice. Trato de recordarle momentos, aunque sean momentos repetidos para proporcionarle un ambiente tranquilo. Siento que lo consigo y me gusta.
Después, los primeros kilómetros del regreso se hacen jodidos. Son ratitos de reflexión, y cuando cruzas el arroyo Morisco te vienen otros recuerdos de la niñez también compartidos. Recuerdos sencillos con las primeras horas del día que hacen reencontrarte con bellas estampas que hoy recuerdo con mucho sentimiento y ternura de la mujer más importante en mi vida.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Incertidumbre electoral.

Estamos en un tiempo nuevo y ya nadie lo duda. Como dijo Benedetti: cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas. Es algo que está pasando y no tiene vuelta atrás. Son preguntas sin respuestas las que viene haciéndose todo el mundo. No hay previsiones que se cumplan y nadie se atreve. No hay certidumbres. Debemos acostumbrarnos a vivir éste tiempo nuevo, porque ya nada será igual que antes.
Y ahora, una nueva campaña electoral. Nuevos tiempos, nuevos partidos. Se acabó el bipartidismo o eso se dice. Nuevos partidos y no ya emergentes. Pasaron de emergentes a contar para todo, incluso para ganar. Son tiempos para las encuestas. Son tiempos para marcar tendencias. Tiempo para marcar opiniones y tratar de influir en las decisiones. 
Pero ésta sociedad es ya madura. Las encuestas pueden mandar, porque pretenden que nos fijemos en sus resultados. Y todas las encuestas marcan. Nos fijamos demasiado en ellas. Podríamos llegar a decir que quien gobierna realmente son las encuestas. Pero cuando llega el día y tenemos que tomar la decisión, al final ésta la tomamos por muchas razones y creo que en ellas, pesa mucho, la muy personal. La de nuestra situación personal, porque uno de los cambios que se han sucedido es que hay muchos ciudadanos que su decisión pasa por su estado durante los últimos días de la campaña.
Se respiran aires de cambio. Si nos atenemos a lo que preveen una gran parte de las encuestas publicadas, una gran mayoría de españoles quieren un cambio de gobierno en éstos momentos. Faltan menos de dos meses y por tanto mucho tiempo aún, pero la opinión de una gran mayoría de españoles es deseo de cambio.
De producirse esos cambios, nos vamos a tener que acostumbrar a dialogar. Dialogar y acordar mucho. Porque lo que a día de hoy parece más seguro que cualquier otra cosa, es que nadie tendrá mayoría suficiente para poder gobernar por sí solo. Una situación que dará una nueva dimensión política a nuestro país y que pondrá en valor el ejercicio del diálogo y el argumento de la palabra como ejemplo para el consenso político. Diálogo y consenso, dos palabras que definen mucho de lo que debe prevalecer en un futuro próximo en nuestro país.