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lunes, 29 de enero de 2024

Hay que innovar en nuestro Carnaval....

 El Carnaval de Badajoz ha dado un salto de nivel y categoría al ser declarado en 2022 Fiesta de Interés Turístico Internacional. En otros ámbitos se podría referir este nuevo nivel o categoría a ser de otra clase, de otra calidad. Para su concesión deben tenerse en cuenta los criterios y la regulación que recoge la Orden Ministerial que tienen que ver con su antigüedad, su continuidad en el tiempo, el arraigo y participación ciudadana, así como la originalidad y diversidad de los actos y las acciones promocionales realizadas al efecto. La distinción es una denominación honorífica otorgada a festejos o acontecimientos que se celebran en nuestro país y que ofrecen un interés real desde el punto de vista turístico.

Este año 2024 cumplimos la segunda edición con la nueva calificación de nuestra Fiesta más emblemática, más característica, más profunda si se permite. Porque la Fiesta del Pueblo como también podría denominarse al Carnaval está muy arraigada en toda la ciudad y en sus ciudadanos. El arraigo por tanto se convierte en una expresión muy interiorizada por todos los pacenses y los que participan desde distintas ciudades y pueblos de nuestra provincia. Vengan de donde vengan las Comparsas, las Murgas, los Artefactos y los Grupos Menores esta característica de nuestra Fiesta se tiene muy asumida. Se podría decir que aquellos que más sienten el Carnaval y que son los verdaderos artífices de que nuestra Fiesta haya subido de categoría, están pensando a partir del día siguiente de que se acabe, en iniciar los preliminares del próximo año.

Otra característica es la de la participación ciudadana. La enorme participación ciudadana convierte a las calles de la ciudad en una expresión popular de colorido, vistosidad, afluencia, compromiso, diversión, sonidos increíbles y desfile de disfraces. Badajoz se convierte en un maravilloso disfraz popular donde el protagonismo lo tiene su gente comprometida con su Fiesta. Y dentro de ese compromiso hay que destacar a los que lo hacen grande. Es mucha la gente que habría que destacar, pero sin duda son las Comparsas y sus integrantes los protagonistas. Los que hacen más grande la expresión popular. Los que han conseguido que la Fiesta adquiera otra dimensión con el paso de los años y los que han subido la categoría de nuestra Gran Fiesta. Por su originalidad, por sus majestuosos y originales trajes llenos de colorido. Por sus bailes y sus ritmos. También por su respeto y tolerancia por el colectivo LGTBI como se recordaba en 2018 con la mención que la comparsa Achikitú hacía a Freddie Mercury y a su banda Queen, y de la que la banda se hacía eco agradeciendo ese recuerdo.

Y ese respeto y tolerancia con los valores de la Fiesta es un signo que también identifica al Carnaval en toda su extensión y sentido. Y esa es otra de las características que hay que cuidar, porque ser tolerantes y respetuosos es compartir la Fiesta desde la diversidad y hacer compatible el pasarlo bien con ser comprometido para que el valor del civismo prevalezca y seamos responsables para que nuestra ciudad siga creciendo y no ocupe páginas y portadas por imágenes o escenas que no ayudan a que tengamos una ciudad saludable entre sus calles y plazas.

Con esa definición de ser la Fiesta del Pueblo, podría denominarse también o así se tiene asumido como NUESTRA FIESTA. Un compañero de tertulia semanal me insiste en que debemos apostar por aquello que a otras ciudades se conoce sin hacer falta pronunciar su nombre. Por aquello que nos define y nos diferencia. Por aquello que debe ser nuestra marca. La marca del Carnaval es Badajoz. Porque si algo es conocido por su marca, no hace falta desarrollar mucho más en qué consiste, porque todo el mundo en nuestro país conocerá su dimensión y será esa la mejor promoción que pueda hacerse para ser conocido internacionalmente.

Pero nuestro Carnaval tiene que innovar. Innovar significa cambiar. Cualquier organización pública o privada y en el caso que nos ocupa nuestro Ayuntamiento, contando con todas las organizaciones que tienen algo que decir en el éxito de la Fiesta es el que debe liderar esas innovaciones para favorecer no solo la adaptación al cambio, sino la posibilidad de ser parte activa del mismo y por tanto de su futuro. Hay que crecer y pensar si queremos ser una ciudad de referencia de la Fiesta o quedarnos en cumplir con dificultad y sin cambiar la obligación de la distinción de Fiesta Internacional.

Y para ello es indispensable sentar en una mesa a quienes hacen que nuestro Carnaval sea reconocido. Escuchar las propuestas. Reconocer y poner en valor a las Comparsas, a sus Murgas, a sus Artefactos y Grupos. También a Instituciones y expertos porque escuchar es compartir y asumir que los cambios y su adaptación pueden funcionar si existe el compromiso desde el liderazgo y se ejerce escuchando e innovando. Porque la Fiesta ha adquirido otra dimensión que no puede ser sólo su expresión en el centro de la ciudad. El Carnaval tiene que extenderse al conjunto de la ciudad porque su crecimiento, calidad, expansión y reconocimiento no sólo va a venir por la distinción y el cambio de categoría. El cambio significa asumir y arriesgar para introducir los cambios necesarios que tienen que empezar a valorarse desde el día siguiente a la finalización del mismo. Innovar y cambiar significar asumir que la sociedad ha cambiado y que por tanto, los ciudadanos y la sociedad civil deben ser tenidos en cuenta porque cuando se comparten las políticas y se escucha, la gestión de lo público obtiene mayor consenso en todos los sentidos.

domingo, 28 de enero de 2024

Compromiso y humanismo....

En el camino hacia los recuerdos es fácil en pocos segundos recorrer años de un tiempo pasado. Probemos mirando a lo lejos y abriremos un hilo de sensaciones. Me suele suceder algo así cada vez que voy hacia el lugar donde están mis orígenes, mi esencia y mucha parte de mi identidad. Es el espacio de los sentimientos que te asalta y que te pellizca. Son los momentos que se convierten en únicos. Cada vez que voy hacia mi pueblo me sucede. Me reconforta y en el camino que nos acerca voy pensando en ello. Es natural. Es algo así como una razón de la existencia. Una razón que se siente e identifica. Será aquello del sentimiento garrovillano que consigue que nos reconozcamos y que lo compartamos mostrándonos tal como somos. No descubro nada y quienes siguen este Puente me dicen que es pasión de pertenecer a un pueblo sencillamente maravilloso. Y tienen razón.

Tenía aparcada una cita con un amigo que la suerte me permitió descubrir hace algunos años. Un encuentro donde los lazos se refuerzan con el sentimiento mutuo y compartido. Con el tiempo nos vamos dando cuenta de que aprender de la experiencia es uno de los mejores regalos que podemos tener las personas. José María Rodríguez Santa es una persona de la que tengo la suerte de compartir su amistad. José María es un enamorado apasionado de Extremadura. Un extremeño comprometido con su tierra desde hace muchos años y es una buena persona. Es una enciclopedia enriquecedora de la vida, al que hay que escuchar y dejarle hablar. He dicho en muchas ocasiones que se aprende escuchando y que llega un momento en que nos hemos ganado el derecho de seleccionar. En mi caso seleccioné hace tiempo el poder compartir días con gente que me puede aportar y él es uno de ellos. Y vaya si me aportó. No sólo disfruté de los paseos por las calles, plazas y monumentos de mi pueblo. Disfruté viendo disfrutar a una persona como él desde el derecho como ciudadanos libres y críticos que buscan encontrar la felicidad del momento en un paseo, en una charla, en una comida, desde la confianza y la complicidad que une una relación de amistad. Gracias amigo.

Hace unos días escuchaba una conferencia organizada por el Ateneo de Badajoz. Unas palabras que escuché del conferenciante Juan Carlos Campos me permitieron en el camino de vuelta reflexionar sobre algunas frases mencionadas. Pensé en la necesidad de ser ciudadanos críticos en una sociedad que camina demasiado deprisa. Tan deprisa que no nos permite detenernos a reflexionar sobre lo que está pasando y por qué. La necesidad de pensar y más en estos momentos, donde hay tanto ruido que no permite ni quiere que dediquemos ese precioso tiempo a pensar por nosotros mismos. Y es cierto que todo esto está pasando y tengo a veces sensaciones de que sabiéndolo, es como si hubiéramos caído en la normalización de ello. Lo que constituye un problema ya que no nos deja pensar como ciudadanos libres al haber bajado los brazos y estar mediatizados por haberlo normalizado.

Hace falta más compromiso social y ciudadano. Y hace falta mucho más humanismo en la sociedad. Puede que hoy nos hayamos acostumbrado a estar más comprometido cada uno más en lo nuestro y menos en lo de todos, y esto es muy peligroso. Puede que esa sea una de las razones de este cambio de paradigma que se ha producido en la sociedad. Tengo el temor de que cuanto más tiempo pase y esta situación permanezca, estaremos sembrando un campo abonado a la generación de mayores niveles de individualismo y egoísmo y estaremos compartiendo una sociedad donde cada día seremos más indiferentes los humanos.

domingo, 21 de enero de 2024

Escuchar, compartir, creer y decidir....

Cuando inicié hace casi 13 años este Puente en el que comparto cada semana con muchos amigos y amigas mis reflexiones, no pensé que estaría tanto tiempo escribiendo sobre aquello de lo que podemos aprender cada día. Aprender y compartir lo cotidiano del día a día. Hablar sobre distintos puntos de vista con mucha gente que tiene opinión y de la que siempre se puede aprender, aún no estando de acuerdo. Escuchar conversaciones de la experiencia del río de la vida de ciudadanos que no teniendo la misma opinión te ayudan a reflexionar. Escuchar problemas de los vecinos y de diferentes asociaciones sociales, culturales y empresariales. Escuchar, compartir, conversar, escribir y seguir aprendiendo de la experiencia de la calle. Con errores y aciertos que es una de las maneras de seguir cruzando este Puente que cada semana desde hace muchas, me ayuda a dejar de estar en el silencio.

Esta semana compartía con los representantes de la Cámara de Comercio de Badajoz una reunión donde hablábamos de la ciudad y sus problemas. De las empresas y de los ciudadanos. De las posibilidades de que nuestra ciudad pueda convertirse en una ciudad de referencia o quedarse en seguir siendo simplemente la ciudad más grande de la región. Hablábamos al margen de la política y de los políticos, aunque esto cada vez se hace más difícil en una conversación y sobre todo con gente que tienen que pelear todos los días sus proyectos porque un día decidieron apostar por ser empresarios. Tienen opinión y tienen argumentos, como también mostraron sus preocupaciones porque necesitamos más ayuda, celeridad y más agilidad para resolver, para tener cuanto antes respuestas que ayuden a seguir manteniendo nuestra actividad. Fue gratificante conocer y compartir puntos de vista para tener más información y opinión. Para generar sinergias entre entidades que pueden aportar desde la experiencia.

Cuando hace unos meses un grupo de asociaciones decidimos unirnos para revitalizar el movimiento vecinal en la ciudad sabíamos que algo que lleva mucho tiempo dormido, costaría volverlo a despertar. Pero en pocos meses creemos haber iniciado un camino que está teniendo eco y que está consiguiendo que se cuenten aquellos problemas que muchas veces no aparecen en la agenda del día a día. No se trata sólo de criticar aquello que no funciona y poner sobre la mesa la palabra reivindicación, se trata también de que la palabra igualdad sea en la que se profundice para tener una idea de ciudad. Reivindicación, igualdad y respeto. Porque hoy los que formamos y convivimos como parte de esta sociedad no podemos obviar ni mirar para otro lado cuando la frontera de la desigualdad se sigue agrandando. Por eso entre las pancartas que los vecinos de la Margen Derecha de la ciudad quemaban en su fogata aparecían la palabra respeto e igualdad en todos los barrios. Porque son muchos años quemándolo y sigue siendo algo de lo negativo que cada día más está instalándose en nuestra sociedad.

Y entre las iniciativas que nos ayudan a seguir pulsando el estado de la ciudad, también está la necesidad de conocer nuestra historia. Por eso este fin de semana hemos organizado desde la Federación de Vecinos una visita a uno de nuestros emblemas como es la Alcazaba. Porque hay mucha gente que no sabe que tenemos el recinto amurallado más largo del país y la Alcazaba más grande de Europa. Una visita en la que en solo diez días más de doscientas personas se han inscrito para acompañarnos en la visita. Y lo lamentamos porque no hemos podido atender todas las peticiones. Pero hemos podido comprobar una vez más en el contacto con los ciudadanos cómo hay muchas cosas que aprender. Hace falta un plan que defina y genere unas inversiones, hace falta que lo que se llama Consorcio no sea sólo la letra publicada para conocer lo que tenemos. Hace falta que al igual que han hecho otras ciudades se apueste y se crea en el patrimonio como una fuente para cambiar el destino de una ciudad. 

Escuchar, compartir, conversar, escribir y seguir aprendiendo de la experiencia de la calle y de lo que aprendemos en el contacto con los ciudadanos. Generar sinergias y escuchar opinión para que nuestra ciudad pueda ser una ciudad de referencia o quedarse en seguir siendo simplemente la ciudad más grande de la región. Porque hoy los que formamos y convivimos como parte de esta sociedad no podemos obviar ni mirar para otro lado cuando la frontera de la desigualdad se sigue agrandando. Por ello, es en el contacto con los ciudadanos donde encontramos muchas cosas de las que aprender. Hace falta un plan integral desde el Ayuntamiento para conocer lo que tenemos y a partir de ahí valorarnos y sentirnos más orgullosos del maravilloso patrimonio que poseemos. Todos y todas podemos hacer más grande y sentirnos más orgullosos de la ciudad donde vivimos, pero hace falta que quien tiene la decisión, tenga también voluntad, la comparta y se lo crea.

domingo, 14 de enero de 2024

La forja de la palabra....

Una escucha atenta en las primeras horas del día me llevó a reflexionar sobre el poder de la palabra. En su contexto y en su entorno. En el actual y en el pasado. A veces nuestro pasado nos hace recordar, pero también es un tiempo que tenemos del que de vez en cuando conviene recordar para pensar. Pensar y comparar. Aunque con las comparaciones ya se sabe lo que se dice. Sobre ello habría mucho que decir y sobre todo opinar, por aquello de que comparar nos lleva quizás a una versión muy subjetiva y por tanto no muy cierta quizás. En cualquier caso comparar los tiempos es complicado porque influyen en ello muchos factores y recursos. Seguro que hemos escuchado o leído la frase aquella que nos dice que "cualquier tiempo pasado fue mejor"....pero como se puede llegar a decir, eso va con cada uno y por sus tiempos.

En esa fría mañana con el café entre las manos, escuché "ahora el Parlamento pasa de ser la casa de la palabra a ser la guerra de todos contra todos, y ahí cada uno se define". Es cierto que lo que define a esa casa es el parlamentar y pactar, pero lo sucedido en esta semana lamentablemente lo vamos a estar comprobando durante toda la legislatura. Esto no es una competición, pero cada vez se parece más a eso que a lo que debería ser. La casa de la palabra es el espacio donde nuestros representantes políticos se definen, se retratan. Es un espacio donde el respeto y la responsabilidad debería prevalecer entre sus señorías. Pero el Parlamento lleva tiempo instalado y mediatizado por la polémica, por la crispación, por el enfrentamiento y porque cada vez resulta más difícil asistir al noble ejercicio de la política como el mejor argumento para los ciudadanos. Cada vez resulta más insoportable aguantar un pleno porque se sabe como se inicia y se sabe como termina: ruido, bronca, discusiones, falta de respeto y de responsabilidad. Y tengo la impresión de que es como si hubieran interiorizado y normalizado esa situación nuestras señorías, lo que es enormemente peligroso porque terminarán por alejar a la gente de la política.

Me decían con cierta ironía hace unos días en la tertulia semanal que participo, que me veían muy moderado. Les comentaba que teníamos todo un año por delante para valorarlo. Porque me niego a caer en la normalización de la crispación política. Llevo tiempo señalándolo como un problema el que hayamos adoptado la normalidad de la crispación. Todo parece circular alrededor de lo que comentan nuestras señorías o nuestros responsables políticos y cada vez nos alejamos más de la razón de la palabra. Hoy no nos encontramos una conversación política o un debate donde lo que prevalezca sea la sensatez y el sentido común. Nadie se para a pensar en el daño que todo ello está causando en la sociedad. Nadie, excepto aquellos que lo fomentan a diario. Aquellos que tienen como ideario permanente el aumentar los decibelios de la crispación, porque creen que es la forma en que saldrán fortalecidos políticamente, que hasta es posible que sea el que nos hagan pensar que todos son iguales.

Cuando cada semana me propongo hacer pública una serie de reflexiones en el Puente que compartimos, lo hago desde esa parada que me hace pensar sobre lo que leo, escucho, veo, hablo y siento. Porque el rio de la vida es un diario en el que conservamos si queremos la misma capacidad de aprender, que cuando somos mucho más jóvenes. Pero el tiempo y sus circunstancias puede que nos haga perder esas ganas y esa motivación por aprender, por confiar en la personas, en la capacidad de la palabra como razón y como argumento. Creo que ese es uno de los graves problemas que estamos sufriendo. Que los últimos años estamos empezando a ver las cosas de otra manera porque hemos dejado que entre en nuestra vida el dedicar poquito tiempo a pensar y reflexionar sobre el ritmo al que nos llevan. Y estamos llegando a un punto en el que nos hemos acomodado de forma peligrosa aún sabiendo que podríamos cambiar cosas, pero es como si nos hubieran quitado esas ganas y esa motivación que un día tuvimos de intentar cambiar un poquito el mundo.

domingo, 7 de enero de 2024

Que vuelva la rutina!!!....

Hace unos días cuando me acercaba a comprar el pan a una de las panaderías del barrio escuchaba una conversación en la que uno de los vecinos decía en voz alta "que vuelva la rutina"....en mi paseo por el Guadiana mientras observaba las aves pensaba en lo que había escuchado. Es cierto lo que decía el vecino, pero en pocos días una vez que se terminaran las fiestas navideñas nos estaríamos preparando para unas nuevas fiestas como son los Carnavales de Badajoz. Y se terminaban estos y en pocos días estaríamos de nuevo en fiestas con la Semana Santa. Después llegarían las romerías y en pocos días nos encontraríamos preparando las siguientes que son las de San Juan. Y después nos encontramos con las vacaciones de nuevo y las fiestas de verano. Que iniciaremos el mes de Septiembre y nos encontramos con la fiesta de la creación de la ciudad. Después continuamos con algunos "puentes" y otras fiestas y nos volvemos a encontrar el mes de diciembre con lo que ya sabemos de todos los años. 

Pero son los días del pasado mes de diciembre los que superan todas las previsiones de fiestas. Podríamos decir que iniciamos el puente de la Constitución y no paramos de consumir hasta que no se acaba Enero. Cuando estábamos en una de las crisis sufridas de este siglo, una de mis hijas me escribió una nota que aún mantengo pegada en mi estantería ?dónde está la crisis si todos los días vemos a gente por las calles con bolsas después de haber comprado en las tiendas?. Creo que estas fiestas nos superan a todos y todas. Si alguien no ha tenido o tiene una bolsa entre sus manos en estos días, es que posiblemente haya conseguido aislarse, es un raro-raro o se haya marchado a la montaña. Perdemos las referencias y nos hemos vuelto un poco locos. La fiebre del consumismo nos puede. Ya no hacen falta anuncios ni publicidad. Ya no hay que esperar a las rebajas porque entre otras razones ya no hay fechas únicas. Y otro reflejo de lo que somos es que no somos previsores y dejamos las compras para el final. Al final es que somos como somos y aunque lo sabemos, será que no queremos cambiar.

Nos hemos dejado llevar por una corriente donde nadie quiere quedarse atrás o ser considerado un poco raro-raro. Reflexioné sobre lo que escuché en la panadería y hasta es posible que no queramos que vuelva cuanto antes la rutina. Nos hemos deseado un buen año aunque tenemos muchos días por delante para demostrarlo. Hemos renovado promesas para intentar que esta vez si podamos llegar a hacerlas realidad. Nos hemos dado más besos y abrazos que en todo un año. Nos va la marcha de ser tradicionales aunque no todo vaya con cada uno de nosotros, porque llegado el caso, nos adaptamos. Hemos copiado hasta fiestas que ni por asomo pensábamos que iban a ser de nuestro gusto. Y estamos cambiando nuestras costumbres y nuestras formas porque no nos queremos quedar atrás, y aunque la cuesta de enero no sepamos cómo superarla, hay que demostrar que aunque no se pueda, se hace el esfuerzo porque nos puede aquello de no tener que responder por no llevar la bolsa, que hoy hasta tenemos que pagar.

Entre fiestas y consumo empezamos el año. Las fiestas vienen bien con moderación, porque llegado el caso hasta son buenas para la salud por aquello de relajarse y descansar. El consumo llama al consumo y nos lleva a dejar de ser tradicionales y convertirnos en portadores de bolsas y regalarnos cosas aunque no las necesitemos. Al final nos estamos convirtiendo en un producto por el que unas máquinas que no cotizan nos controlan. No nos damos cuenta de ello y después nos preguntamos porqué recibimos ofertas de servicios de empresas o llamadas por teléfono que nos interrogan. Me decía un amigo que no hemos cambiado lo suficiente para seguir cambiando, pero que sin darnos cuenta estamos cambiando y que cada vez somos menos nosotros y nos estamos pareciendo más a algo que no se sabe bien a donde nos va a llevar.