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domingo, 26 de abril de 2020

Salir a la calle....

Si no tengo claro lo de salir al parque y dar un paseo con los niños, menos claro tengo lo de que puedan acompañarnos para ir al súper o al banco, pero si se considera que es bueno que los niños salgan...entre un lugar cerrado y un lugar abierto...no tengo dudas. Con esta entrada en mi perfil de facebook provocaba hace unos días un debate donde la gente se manifestó rotundamente en contra de lo que se había informado en primera instancia por el Gobierno, en relación a permitir que los niños pudieran salir acompañando a sus padres para ir al supermercado o al banco. Posteriormente y ante el clamor social del descontento general en todo el país por cómo se pretendía que los niños salieran del confinamiento, el Gobierno en esa misma tarde rectificó y a partir de este domingo, los niños y niñas hasta 14 años podrán salir por tiempo limitado, salida controlada, acompañados de un adulto y en un entorno de un kilómetro como máximo alrededor de su domicilio.
No hay unanimidad en la decisión por parte de los técnicos y expertos. Es muy dificil que una decisión de este tipo cuente con la unanimidad de todos. Se habla de precipitada por unos y necesaria la salida por otros. Es una decisión que se reparte entre la cuestión psicológica porque pudiera venirles bien a los niños y la situación de preocupación porque la enfermedad está ahí y no está controlada. Distintos responsables de Medicina Preventiva y Salud Pública lo valoran en ámbos términos con toda la prudencia, porque aquí la ciencia exacta no existe y no todas las opiniones son coincidentes.
Es una decisión que tiene también un componente importantísimo en la aplicación del sentido común y de la responsabilidad a desarrollar por los padres, en cómo controlar a los niños, en hacerles comprender a unos niños que llevan muchos días sin poder jugar libremente, sin poder correr, sin poder saludar a sus amigos y amigas que no ven desde que cerraron el colegio, sin poder salir a hacer lo que normalmente hacen los niños. Me viene a la memoria aquello que sucede cuando se está aproximando el inicio de las clases y una de las cosas que más desean los niños, es volver a ver los amigos del anterior curso para volver a hablar y jugar con ellos. Por eso el papel de los padres en la aplicación y control va a ser fundamental. Después de la polémica surgida por cómo se produciría y con qué criterios, es muy comprensible y razonable la llamada por parte de los Gobiernos a la responsabilidad, a la cordura y el sentido común.
El Presidente del Gobierno decía hace unos días que "se van a dar pasos hacia adelante y hacia atrás en función de cómo se comporte la pandemia". "Este es un Gobierno que escucha y es por ello que se pecó de prudencia, porque los hijos lo son todo". Es una decisión que tiene riesgos y que encontrar el equilibrio entre lo que se va a hacer y los riesgos es muy complicado, pero hay que tomar decisiones y confiar en que el sentido común y el aprendizaje de estos 44 días de confinamiento serán los que con toda la prudencia del mundo nos hagan encontrar la respuesta sin relajarnos, porque un paso atrás pueden ser muchos pasos adelante que tendríamos que retroceder.
Durante todos estos días venimos escuchando que los niños se están comportando como auténticos héroes y están manteniendo una actitud ante el problema como nadie se imaginaba. Quizás es que los padres pecamos de ser excesivamente proteccionistas o prudentes y no tenemos respuestas. Quizás es que como nadie entra en las casas de nadie, todo ello sea fruto de opiniones individuales. La decisión nos tiene preocupados como es razonable, pero estamos ante una necesidad que hoy por hoy desconocemos el grado de la misma. La salud emocional, la falta de ejercicio físico, el mayor tiempo delante de las pantallas, el diferente nivel socioeconómico de las familias para poder salir mejor de la situación, las dificultades y necesidades de los padres y las respuestas ante los trabajos escolares, la falta de espacio exterior en algunas viviendas porque no es lo mismo una ventana que un balcón, el cómo se está entendiendo la situación del confinamiento en las emociones de los más pequeños....son algunas de las preguntas sobre las cuales no hay una unanimidad en sus respuestas.
Hemos nacido para compartir espacios y esta situación nos está resultando un tanto insoportable a todos...Quizás es que nos sentimos atrapados y no valoramos lo que tenemos. Quizás es que todo esto ha alterado nuestro ritmo de vida y no tenemos respuestas, porque nunca antes nos imaginamos tener que compartir de esta forma seguridad con libertad y ahora tenemos que saber estar donde toca....a veces la vida nos coloca ante situaciones imprevisibles donde no tenemos clara la salida, por eso aplicar el sentido común, no relajarnos y ser responsables parecen buenos consejos siempre a la hora de afrontar situaciones...pero sí que es cierto: no nacimos para estar encerrados.

domingo, 19 de abril de 2020

La España civil...

En el libro de Peces-Barba titulado "La España civil", el que fue uno de los padres de nuestra Constitución reflexiona sobre el concepto y el significado del título como tal y desde su punto de vista plantea una pregunta que de alguna forma puede encontrar un cierto paralelismo con la situación politica actual de nuestro país.
En alguna ocasión hemos hablado en el blog sobre el espíritu y el talante de consenso que presidió las conversaciones para la construcción de nuestra Ley de leyes. Con la distancia recorrida desde la misma y teniendo en cuenta que se estuvo cuestionando en su origen por los nacionalismos, por la iglesia y por la derecha política, hoy de nuevo nos estamos encontrando una situación parecida en cuanto a las dificultades para conseguir unas bases mínimas sobre las que fundamentar un gran pacto, aunque con algunos actores menos, por su menor poder político en relación con aquellos años. 
La situación del país requiere de un gran consenso social y  político de todos. Aquí el nombre da igual, porque lo verdaderamente importante es el acuerdo. Un acuerdo económico y social que pueda conseguir la recuperación de nuestro país en el menor tiempo posible. En el 77 nos jugábamos el nacimiento de un conjunto de derechos y libertades, nos jugábamos un modelo nuevo de país, con un nuevo estatus social y político. Teníamos que pasar de un régimen totalitario a un régimen democrático y se supo alcanzar bajo el principio del espíritu del consenso. Hoy la situación es distinta, pero algunos de los actores que cuestionaron aquellos llamados Pactos de la Moncloa vuelven a aparecer. Hoy es distinto porque vivimos una incertidumbre muy grande. La sociedad civil de la que habla Peces-Barba en su libro es otra, pero la pregunta es válida....Seremos capaces de llegar a la meta?.
Se habla de reforzar y garantizar el sistema público sanitario, también del sistema educativo y deberíamos sumar algo que durante esta crisis está en la mente de todos: el estado de desnudez que esta sociedad tiene a sus mayores. Es inadmisible que en esta sociedad no tomemos conciencia de apoyo a estas personas, que tantos beneficios nos aportaron y que permitieron con su entrega, esfuerzo y energía el que hoy podamos gozar de la libertad y el progreso obtenido. Hay que garantizar en todos los niveles el que nuestros mayores puedan tener una vida digna hasta el final de sus días. Por tanto, la sanidad, la educación y la atención a nuestros mayores son tres pilares que deberían ser reforzados y contemplados como políticas de Estado en esos necesarios acuerdos, porque por sí, son garantes de la salud, de la igualdad y de la dignidad de las personas.
Hay que rebajar el nivel de tensión política que tenemos y repensar el modelo. Hay que pensar como aquellos que como Peces-Barba pusieron las luces largas y asentar unas bases en las políticas de Estado. Sumando a todos los actores desde el nivel local hasta el central, porque esta crisis está desnudando a todos los poderes en todos los niveles. 
Kennedy decía que..."hay que intentar colocar una luz en la barricada, no para deslumbrar, sino para iluminar con estabilidad"...la luz de este tiempo de hoy no sólo es una necesidad política, lo es también económica y social. Esa necesidad con mayúsculas se ha convertido también en una exigencia moral, porque la obligación de construir entre todos esas bases para conseguir un gran Acuerdo es la respuesta que espera y desea la España civil.

domingo, 12 de abril de 2020

No poder verlos...

Durante estos días de confinamiento nos estamos acostumbrando a hacer cosas que quizás no habíamos hecho antes, quizás por creer que no tienen importancia o posiblemente que los ritmos de nuestra vida no nos permiten hacerlas, bien porque no lo hemos apreciado o sencillamente porque no le damos valor al tiempo de las cosas que podríamos denominar como ordinarias. Quizás también por el factor tiempo que nos lleva en ocasiones a dudar sobre el día de la semana. Y es que son muchos días y se hacen muy largas las horas. Son impresiones o las sensaciones nuevas, pero nunca pensamos que el tiempo podría hacernos dudar de esta forma. Y en esas cosas que podemos hacer todos, están los momentos de nuestros silencios que nos permiten tener momentos de reflexión, de acordarnos de otras etapas de la vida, porque forman parte de nuestro interior.
A veces en un descanso apoyado en un balcón observamos el espacio que te permite una mirada, un vecino que hace todos los días lo mismo que nosotros a la misma hora, unos pajarillos que tienen un nido cerca en un árbol o en el hueco que hay en la pared. Incluso podemos escuchar la radio, que se ha convertido en ese abrazo y saludo que no podemos dar. Ese libro que no habías leído y ahora descubrimos que contiene una historia de cualquiera de nosotros. Escuchando a través de las ondas historias que nos conmueven, que nos permiten reflexionar, que nos hacen más humanos porque al otro lado escuchamos a una persona que quiere compartir. Compartir para que su experiencia pueda ser conocida porque de esta forma no sólo puede ayudar, sino que también se ayuda. Esta mañana escuchaba la historia de una persona que ha superado el "bicho". Lo contaba y terminaba llorando. El día que recibió el alta le daba fuerzas a una persona que entraba donde él había estado muchos días. Terminó su intervención con una frase "perdamos un poco de nuestro presente, para ganar mucho más futuro"...Quédense en casa, no se relajen.
Llevo varios días sin entrar en la polémica política. Recibo invitaciones para compartir, veo las redes porque otra cosa es leerlas y me sigue pareciendo vergonzoso lo que circula. Creo que se sigue equivocando al enemigo, porque es invisible y está haciendo mucho daño. Leemos la prensa y los bandos de un lado y de otro se lanzan arengas en sus titulares, porque si nos fijamos no hay dos medios que coincidan en dar un mensaje de unidad. Ves, escuchas, lees y terminas no creyendo nada, porque parece que todo se dice para generar confusión. No son momentos para confundir, ahora son momentos para sumar y para unir. Ya llegará el momento político de las responsabildiades. Tenemos muy cerquita de nosotros un ejemplo: Portugal. Un país que está diciéndole al mundo que a pesar de las dificultades y de la política, no hay división cuando se trata del interés del país y de la vida de los ciudadanos. Me pregunto a qué conduce todo esto en nuestro país, cuando cada día estamos perdiendo todos, todos, porque lo que se está perdiendo es un poco la vida de todos nosotros cuando se pierde a un familiar, a un amigo o a un conocido....teniendo una sola vida, no nos perdamos en otro camino porque el rio de la vida es uno solo y no tiene vuelta.
Lo que está pasando nos está pareciendo a todos increíble, por no estar preparados, por ser desconocido, por no poder estar donde quieres, pero sobre todo por no poder ver a las personas que quieres y que están sufriendo esta enfermedad o una consecuencia de la misma. Cuando escuchaba la historia del paciente que superó el virus, me encontraba observando el espacio que me permiten mis ojos, mirando sin ver nada y con la mirada perdida, pensando en quien se encuentra en una habitación del hospital. Solo y dependiente como es, pero hoy más dependiente que nunca, sin poder tocarlo y "hablar con él". Sin poder ver sus ojos, sin poder agarrar su mano para sentir su pulso, su fuerza...sin poder ver su cara o su pequeña sonrisa en esos segundos de lucidez que tiene cuando deja de tener esa mirada fija y perdida, cuando te mira y le brillan los ojos...porque en ese momento se le escapa una pequeña lagrima por la que sientes que sabe que estas ahí...pasan las horas y piensas, piensas...que este tiempo es totalmente distinto, complejo y muy jodido porque tienes su mirada en tu interior, en tu mente, pero no puedes verlo...no puedes ver el brillo de sus ojos...no puedes besarlo y dejar que te bese...para que sienta tu piel, tu calor y puedas decirle que hay que seguir luchando...seguir luchando por el rio de su vida.

domingo, 5 de abril de 2020

De balcones, ventanas...y palabras.

Escuchaba hace unos días en la radio una fábula. La fábula de la rana sorda. Trata sobre un grupo de pequeñas ranas. Dos de ellas se caen a un hoyo muy profundo. Las que no cayeron, las daban por muertas y les decían a las dos que estaban en el hoyo, que no podrían salir. No lo conseguiréis!. Las dos ranas seguían con su esfuerzo, saltando sin parar. No lo intentéis más, no vais a poder! Las dos ranas saltaban sin parar. Una de ellas se dio por vencida y murió. La otra continuó saltando, a pesar de estar agotada. Cada vez más alto, con más fuerza...Deja de sufrir, le decían. Y la rana siguió, hasta que logró salir del agujero. Ella pensó que sus compañeras le animaban, por los gestos. Ella les agradeció de corazón todo su aliento...En realidad, la rana era sorda y le era imposible escuchar los gritos de las demás.....La moraleja de la fábula, es que una palabra de aliento tiene más poder del que imaginamos.
Por eso, cada día que pasa es una esperanza, cada día que pasa lo tenemos que ver como un aliento que recibimos para seguir luchando. Cada día que pasa, el aliento se convierte en el aire que nos motiva, que nos da fuerzas...una palabra se convierte en un gesto que tiene más poder del que imaginamos. Esto nos está pasando en el tiempo donde los recursos nos habían dicho que no se podían acabar, porque cada día pensábamos que teníamos más. Y hoy como se está demostrando, sigue siendo la palabra el gesto que más recursos y afectos contiene.
Nunca antes habíamos vivido y sufrido una situación como la que estamos atravesando. No hay un rincón en el mundo que no esté sufriendo el virus. Nadie sabe hasta cuándo y hasta dónde. Nos dicen que tiende a estabilizarse, pero nadie lo asegura. La situación es tan increíble que aquí no hay certezas. Lo que en algunos sitios parece que tiende a estabilizarse, en otros empieza a crecer. Vamos a tener que cambiar muchas de nuestras costumbres...Sin duda, esto va a cambiar mucho nuestra vida.
Mientras todo ello sucede y las redes sociales siguen siendo una referencia para lo bueno y lo malo, los aplausos en balcones y ventanas se han convertido en una nueva red social. Cada vez más gente aparece y solidariamente aplaude. Cumpleaños que antes quedaban en el vínculo familiar, ahora se comparten entre vecinos. Música que se escuchaba en silencio, ahora no hay problemas en compartirla para todos. El ruido que emitía un coche de policía ahora se saluda con aplausos. Los vídeos que ahora se comparten, antes se veían en la soledad de cada cual. Antes los himnos no se escuchaban y ahora hemos adoptado un himno sin polémicas. Hasta no ha hecho falta asistir a un curso sobre cómo hacer videollamdas, porque ya todos hemos aprendido...Hemos vuelto a hablar hasta por teléfono como años antes hacíamos. La necesidad del aliento, de la palabra y del gesto, del abrazo y el beso virtual, de hablar aunque sea el repetirnos lo que hablamos ayer, porque quizás nos olvidamos hasta del día de la semana que es.
Es posible que estemos recuperando el valor de las pequeñas cosas. Es posible que hayamos descubierto de nuevo que disfrutar de las pequeñas cosas, es seguramente lo mejor, porque nos hemos dado cuenta de que son las cosas más grandes de la vida. Leía hace unos días, que siendo consciente de que hay cosas que ahora no podemos disfrutar como un beso, una caricia o un abrazo, sí que hay mucha gente que está haciendo lo imposible para que estos días mantengamos la esperanza y podamos recuperar cuanto antes a las personas que queremos. Ahí es donde está la realidad. En la gente que está luchando por seguir en el rio de la vida y esa gente no necesita hoy nada más que seguir sintiendo los aplausos para saber que estamos ahí .
Hoy volví a ver a Balbina, se asomó al balcón y charlamos un ratito ...es una señora mayor de mi edificio que vive sola. Le gusta mucho salir a dar su paseo y tomar su refresco con sus amigas. "Ahora no puedo hacerlo, pero seguimos hablando todos los días. Estoy bien hijo. No quise irme a casa de mi hija, prefiero quedarme en casita, la comida me la trae ella, pero yo estoy bien"...Pensaba después en cuántos mayores puede que no tengan a nadie que les lleve la comida y tengan que salir ellos a hacer la compra, pensaba en cómo este "bicho" se ha hecho dueño de nuestra libertad...esa libertad que es un derecho de la humanidad...y volvía a pensar en las Balbinas que sueñan cada día y comparten como dice Luz Casal... "los dos queremos seguir viendo ese rojo amanecer donde un nuevo día brillará y se llevará la soledad"...