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sábado, 6 de mayo de 2023

El valor de la palabra....

El último Premio Cervantes recogía para su discurso final una cita del Quijote, donde Cervantes reflexionaba sobre la libertad y el valor de la palabra. Quizás en este tiempo son valores que no son reconocidos como hace algunos años y puede que gran parte de ello sea el tiempo en que estamos donde priman los intereses por delante de los valores. Hoy apenas se habla excepto en ocasiones como las que citaba del último premio Cervantes del significado y de lo que representó para la sociedad la palabra libertad. Es más, creo que a veces se trata de confundir y utilizar el concepto para no reconocerlo o para darle otro sentido que no es correcto. Puede que sea que hoy disponemos de libertad para opinar y expresarnos, y podemos tener argumentos para enriquecernos aún cuando discrepamos. Y ello debemos tomarlo como fuente de riqueza porque nos hace más libres. Sampedro decía que para él "la clave de la libertad, es la libertad de pensamiento".

Soy de los que piensa y defiende que la palabra debería tener más reconocimiento. Hace unos días en una reunión de compañeros de reivindicaciones insistía en poner en primer lugar las acciones que podemos hacer los ciudadanos, las personas, las organizaciones. Porque hoy las acciones hablan más que las palabras. Así lo pensé y pusimos el foco en cómo hoy se prometen cosas y después no se cumplen. Me lo decía un amigo. Lo que se hace es renovar promesas y hoy los ciudadanos tenemos mayoría de edad para expresar y soltar aquello de "eso ya no cuela". Vivimos en un mundo donde la pequeña pantalla del móvil se ha convertido en nuestra compañía. Hasta consigue que todos estemos alejados de los demás. Demasiada información que no tenemos tiempo de leer ni por supuesto de entender y ya sabemos a qué conduce el exceso de información que recibimos. No somos capaces de distinguir lo esencial de lo insustancial.

Cómo conseguir hoy que volvamos a creer en la dignidad de la palabra parece ser un asunto que deberíamos analizar. Recordar, podríamos definirlo en este contexto, como aquello que pasa por el corazón. Aquello que consigue que nuestra conciencia nos golpee, porque nuestra memoria no reconoce nuestros recuerdos si no hay emociones encontradas. Hay que apelar a las emociones porque estas sí abren los corazones y consiguen que la gente recuerde. Hoy quizás y más en las fechas que nos encontramos, la gente es más consciente de que sus problemas no se pueden resolver cuando ellos quieren, porque en muchas ocasiones no dependen sólo de ello. Hay otros factores, pero lo que los ciudadanos no perdonan es que no se les escuche. En muchas ocasiones se trata de encontrar un hombro donde descansar en forma de escucha y es ahí donde la palabra adquiere todo su valor si pasado un tiempo prudencial ha convertido en acción la promesa, la escucha.

Reivindicar el valor de la palabra es darle valor a la capacidad del ser humano. En política sucede que cada vez escuchamos menos ese mensaje que hacía que te conectaras con la reivindicación, porque la palabra sí tenía en la política uno de sus mejores exponentes. Hoy todo está enlatado, que se dice. Los discursos y con ellos la palabra, adquiere una dimensión menor y ello se nota porque no se siente como antes. Quizás la causa está en un cierto nivel de fatiga política y si es así, la desafección política está consiguiendo penetrar en los ciudadanos, y ello reconozco que es muy preocupante, porque la política sigue siendo la salida para la gente que necesita de la misma, para poder conseguir un mejor escenario que posibilite la igualdad de oportunidades y una mayor justicia social.

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