En los últimos días han sucedido varias situaciones que darían para escribir una historia o quizás algún día un libro. Podría representar algunos capítulos de lo cotidiano y de aquello que debe mejorarse. También otros capítulos de aquello que no debe llevarse a cabo o que creemos que no se debería producir, pero como me dice un amigo; hay sociedades que se crean para mantener los intereses. Por ello seguimos aprendiendo, porque nunca terminamos de conocernos como personas. Siempre que sucede algo es una oportunidad para aprender. Porque los humanos siempre debemos estar prestos a aprender de la historia. Y la historia siempre hay que tenerla en cuenta. Como un espacio de reencuentros y como un capítulo muy importante de nuestro rio de la vida. He escuchado en estos últimos días a muchos ciudadanos a los que no había tenido oportunidad de escuchar con tranquilidad. Y he tenido también la oportunidad con esas conversaciones de reflexionar. Qué importante es pararse un ratito y poner el espacio de lo sucedido para pensar. Qué necesidad tenemos de escucharnos para seguir aprendiendo y qué poco lo hacemos. La pregunta que nos podríamos hacer es porqué no lo hacemos o también a dónde nos lleva todo eso que hacemos cuando actuamos como aquellos a los que criticamos. También, porqué criticamos en otros aquello que llegado el momento, no tenemos problema en llevarlo a cabo?. Es cinismo o acaso hipocresía?. Y mi reflexión sería, a dónde nos está llevando todo eso?
Hemos vuelto a poner el espacio del reencuentro con aquello de recuperar sensaciones. Con volver a vivir aquello que realmente preocupa a los ciudadanos. Lo comprobé en estos últimos días con vecinos y vecinas de un Barrio como Santa Engracia o las 800 viviendas (UVA). Un barrio donde viven personas tan dignas como las que viven en cualquier otro barrio de la ciudad, pero a las que nuestras Administraciones, tanto Ayuntamiento como Junta de Extremadura, no le hacen el mismo caso que a las demás. Y en ese espacio te sitúas en la realidad de los problemas que sufren. Conozco los problemas de la falta de accesibilidad y del enorme problema que sufren con sus canalizaciones de las aguas y con la red de alcantarillado. Me lo describían y pedían respuestas. Y lo vamos a hacer porque los derechos no hay que pedirlos por la sencilla razón de que son derechos. Pero sí que hay que reivindicarlos y exigir que se cumplan, sobre todo cuando estamos ante un problema de salud pública. Y lo haremos en los próximos días.
Y en esos espacios para el reencuentro con las conversaciones, también hay tiempo para escuchar a expertos que te hablan desde el ejercicio de la experiencia. De su experiencia que ponen al servicio de lo común y que comparten desde la posición de querer un mejor desarrollo de los proyectos de vida. Ayudando a intentar encontrar respuestas. Porque las respuestas a veces están mucho más en nuestro interior que lo que nos parece. En ese silencio de la escucha reflexionaba sobre las conversaciones mantenidas con un experto en controlar las emociones y controlar los conflictos. La necesidad de escucharnos para sentir que no tenemos tantas diferencias, pero que podemos solucionarlas escuchando porque éstas posiblemente formen parte de la historia de nuestra vida.
Y en estos tiempos que estamos pienso que la verdad tiene mucho más valor que nunca y quizás por eso haya tanta gente intentando que no la encontremos. Que tenga el objetivo de que no se sepa o se diga, porque sencillamente si se descubre, podríamos estar descubriendo que detrás de esa sombra no haya nada. Sí, posiblemente todo algún día forme parte de una novela en la que recordemos nuestro recorrido y podamos escribir en esas páginas en blanco que siempre quedamos en nuestra memoria. Tengo una manía que he compartido en alguna ocasión y es la de escribir en esa página en blanco de un libro nada más comprarlo. Son las primeras sensaciones de esa lectura que inicias y en uno de los últimos escribí una frase que volvía a releer en estos últimos días "yo hice lo que pude"....
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