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domingo, 11 de febrero de 2024

La epidemia silenciosa....

Hace unos días en uno de los paseos nocturnos por mi ciudad me detuve un ratito en una calle cerca de unos contenedores de basura. Serían sobre las 11 de la noche y un señor mayor llevaba dos bolsas con cierta dificultad por algún problema físico. Comprobé que tenía problemas entre pisar al mismo tiempo el pedal del contenedor y levantar las bolsas para depositarla. Me acerqué y le ayudé. Nos miramos y estuvimos un ratito hablando sobre la situación. Comprobé que vivía solo. Me decía que no bajaba todas las noches a depositar las bolsas. Una situación que seguro que se repite en muchas de nuestras ciudades porque cada vez hay más personas mayores que viven solas. Me quedé pensativo y reflexioné sobre las veces que se repetirán estas imágenes en las calles de nuestra región.

En estos días había medios que se hacían eco de la noticia sobre este problema y reflejaban con datos del INE del año 2021 que en tres de cada diez hogares extremeños sólo vive una persona. Podría denominarse como algo contradictorio porque viviendo en el tiempo de los recursos comprobamos como cada vez hay más personas que se sienten solas y aisladas aunque vivan rodeadas de gente y tengan más facilidades que nunca para comunicarse con los demás. Hoy la soledad elegida no es lo mismo que la soledad no deseada. Y el aislamiento social que provoca esta situación genera un dolor que afecta a su calidad de vida y a su salud. Como decía una mujer entrevistada "es duro, porque la mayor parte del día no tienes a nadie con quien hablar, o que te ayude si te pasa algo". Como se le ha llegado a denominar, estamos ante la epidemia silenciosa porque se vive en la intimidad.

No es fácil la solución, pero hay que encontrar respuestas desde las Administraciones y sobre todo desde la más cercana a los ciudadanos: los Ayuntamientos. Porque quizás es desde donde se pueda conocer con más exactitud las características de esos mayores y también conformar alternativas que consiga que no se sientan solos y puedan estar acompañados. Parece claro que no es posible durante todo el día, pero ese tiempo que puedan estar acompañados podría ser un motivo para una mejor salud al ayudarles a un mayor equilibrio emocional. También el facilitarles actividades en centros donde puedan desarrollar su experiencia, porque hay muchísimos casos en que el problema no está en la edad, sino en tener espacios donde poder seguir desarrollándose.

Todos y todas conocemos a alguna persona mayor que se puede encontrar en esa soledad no deseada. En mi caso tengo a una vecina que es vitalidad porque dentro de sus posibilidades sigue intentando hacer una vida lo más normal posible. Porque quiere seguir sintiéndose activa en su vejez. Queda a esa charla con sus amigas o a ese café cuando el tiempo lo permite. Trata de hacer ejercicio aunque sea con su andador y sale a la calle con una sonrisa. A veces sabemos que no es sólo una cuestión de poder, también es ánimo para querer. Son ejemplos que en la vida cotidiana nos encontramos. Estamos posiblemente ante uno de los mayores retos que tenemos como sociedad y es por ello que este problema que hoy afecta a cinco millones de personas necesita respuestas. Respuestas que no son fáciles y que necesitan del compromiso de todos, pero que indiscutiblemente tenemos que encontrar porque estamos hablando de aquellos y aquellas que un día hace muchos años lo dieron todo porque hoy tengamos el Estado de Bienestar que disfrutamos.

1 comentario:

  1. El otro día vi en TVE un reportaje sobre la soledad no deseada de los jóvenes. Lo que me pregunté después fue si tal asunto debe tener un tratamiento político o por el contrario es una asunto extrapolítico, o tal vez es más preciso decir suprapolítico, hiperpolítico incluso. Además, pensé algunas cosas sobre el fondo de la cuestión, que me reservo.

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