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domingo, 21 de septiembre de 2025

Iniciativas ciudadanas....

Las iniciativas populares existen en muchos países. Las reconocen en sus Constituciones. Nacen como iniciativas ciudadanas y pueden llegar a ser un argumento de democracia directa. Eso es fácil decirlo, lo complicado es desarrollarlo y que se lleve a cabo. Hay muchos requisitos que cumplir. No sólo son las firmas necesarias en su caso. Y si se cumplen los requisitos, después hay que votarlas. Y ya se sabe, a veces lo que el pueblo ha firmado no se puede llevar a cabo de cualquier manera. Intervienen sus señorías. Siempre me ha llamado la atención lo de este tipo de iniciativas populares. Hace años participé de forma activa recogiendo firmas en favor del mantenimiento del servicio público de Correos. Comprobé que era difícil llegar a recoger firmas. Los ciudadanos cada vez somos más reacios a facilitar nuestros datos personales y una iniciativa de ese tipo requiere muchos de esos datos, además de la firma. Según la Fundación Civio, entre 1983 y 2019 se presentaron 107 iniciativas legislativas populares y de las cuales tan sólo 13 llegaron a la última fase: la consideración por el Congreso de los Diputados y tan sólo 3 tuvieron éxito. 

Las iniciativas de los ciudadanos son un ejercicio sano y producto de múltiples causas las que pueden llegar a provocar el motivo de la iniciativa. Son situaciones propias de descontento y de reivindicación por algún hecho, necesidad o cambio. Por algún problema que se comprueba cómo normalmente su Ayuntamiento o Comunidad no resuelve y los ciudadanos están en su derecho y lo ejercen. Hoy las redes sociales son utilizadas para hacer público ese descontento y esa denuncia. Es un argumento para exteriorizar una irregularidad, un cabreo por la situación de sus calles o aceras. Por la situación en que se encuentra su barrio o sus infraestructuras. Por las promesas incumplidas de sus Gobiernos. Por el hartazgo que provocan el incumplimiento de las promesas electorales. Por las discriminaciones y el trato desigual del equipo de Gobierno de su ciudad que prioriza una parte o barrio donde consigue buenos resultados electorales y a aquellos otros donde no lo consigue los discrimina. Y hay más causas que se podrían enumerar.

Últimamente están apareciendo muchas más iniciativas ciudadanas con base en denuncias y debería ser un síntoma a reflexionar por algunos. Esos vecinos que se sienten abandonados porque viven en las afueras de la ciudad. Esos vecinos que arreglan y asfaltan su calle porque el Ayuntamiento no los escucha y además los amenaza, cuando sufren un evidente peligro por inundaciones. Esos vecinos que se han caído por el estado en que se encuentra la acera o el parque por donde pasea y esto es algo general en todos los barrios de Badajoz. Esos vecinos que desbrozan un local cercano a sus viviendas por miedo a un fuego y porque el ayuntamiento no lo ha limpiado. Esos vecinos que han tenido que limpiar un terraplén cercano a su vivienda por el evidente riesgo a que estén cercanos todo tipo de roedores. Esos vecinos que tienen las redes del agua llena de tapones y los olores en verano se meten en sus viviendas y cuando vienen las lluvias aparecen por sus lavabos todo tipo de residuos. Esos vecinos que no pueden beber el agua de los grifos de sus viviendas porque sale como el color del chocolate y no es apta para el consumo.....Y llevan años!

Este fin de semana habría participado como ponente en una mesa redonda sobre el X aniversario de la Agenda 20230, pero se ha suspendido para hacerla en otra fecha. El título era muy interesante: Barrios y pueblos. Los desafíos actuales para vivir y convivir en equilibrio. Habrá otra oportunidad, pero tenía pensado hablar sobre que el modelo de una ciudad sostenible es creer en un modelo de construcción de sociedad compartida y responsabilizada. Porque hace falta mucha pedagogía y mucho más creer en la sociedad civil, siendo necesario un espacio para recuperar la confianza. Porque todos y todas podemos ayudar a construir unas ciudades y pueblos más sostenibles, pero hay que generar un clima y una cultura de responsabilidad compartida. Hace mucha falta que nos respetemos y que nos escuchemos, porque el desarrollo de la agenda no puede ser una iniciativa para escuchar las promesas, sino que estas tienen que ser el espejo y la realidad en unos años. Se necesita tiempo. Sí. Pero hay que recuperar y ganarse la confianza cada día y no sólo una vez cada cuatro años.

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