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domingo, 16 de febrero de 2020

Mantener la esperanza...

En el trayecto que hay entre la ciudad donde vivo y el pueblo del que soy, se tarda aproximadamente una hora y media. En el camino te da tiempo a pensar en cosas, escuchar música o noticias, observar el paisaje de la dehesa, esos alcornoques, esas encinas, esa sierra y ese contraste de bellos colores. Observas el verde de los árboles y del maravilloso paisaje lleno de vida y olores. Te da tiempo a pensar sin desviar la mirada de lo que tienes entre las manos. Esos espacios a lo largo del camino te permiten reflexionar sobre el tiempo pasado, sobre lo que has visto y miras en el retrovisor del rio de la vida. A veces en un corto espacio de tiempo, somos capaces de ver y recordar años de vida.
En ese espacio de la observación, de la lectura y de la reflexión del rio de la vida en la que me encuentro, reparé en esta última semana sobre que hay mucha gente a la que la crisis le golpeó de tal forma, que con el paso del tiempo y de los años, la herida le continúa sangrando y no se le ha cerrado. Y han pasado algunos años ya. Es una realidad que existe pero que apenas se ve, o quizás no la vemos o no la queremos ver. Porque esa es la realidad de quienes han sido afectados por una desigualdad que permanece y que seguirá. Son esa realidad de la gente que mantiene la esperanza de que su situación cambie un poquito. Ese poquito que les permita dejar de sobrevivir para empezar a vivir. Y en ese vivir, está el recuperar su dignidad y su autoestima, porque en ellos les va su futuro y el de los suyos.
Y en ese camino me asaltaban a la memoria algunas de las lecturas de esta última semana. Recordaba el informe del relator de la ONU sobre la extrema pobreza. Sabemos que a veces no puede generalizarse y que los números esconden una situación, que a veces no es del todo real, pero también sabemos que detrás de los números de las estadísticas están las personas. Algunas de las frases titulares del informe lo dicen todo. Barrios sin agua corriente, electricidad o saneamiento; donde las familias crían niños sin servicios sociales, ni centros de salud, ni colegios, calles sin asfaltar y casas pinchadas a la corriente eléctrica; niños cenando con la única luz del televisor y así ahorran luz, ese probar el pescado a través de las latas de conserva, o ese dejar de usar la calefacción para recortar gastos, etc, etc...Apunta en su informe que muchas de las asociaciones que están ubicadas en lo que podemos llamar "tecer sector" son las que han ocupado el papel protector de las administraciones públicas, son quienes están supliendo la falta de políticas y lo hacen con sus propios recursos o con subvenciones mínimas; o cuando apunta en la necesidad de abordar de forma urgente el tema de la vivienda, apostando por intervenir el mercado del alquiler y regular los precios de la vivienda. La necesidad de adoptar medidas que frenen la despoblación, la ausencia de oportunidades laborales, el riesgo de exclusión social, la soledad de los mayores y su cada vez mayor aislamiento social y abandono, porque la familia se desplazó a las ciudades para buscar trabajo y una oportunidad...o el problema que sufre el campo andaluz y el extremeño con la guerra de precios y la desesperación de muchos agricultores cuyos beneficios apenas les sirven para vivir al día. 
Habrá quien valore que estos datos no se ajustan a la realidad, pero las cifras existen y no esconden la crudeza de la situación. El problema es que sobre estos datos sólo se habla o son noticia, el día que alguien con voz los presenta o cuando las asociaciones con poder de convocatoria y voz los publican. Y ello también hace que la gente se sienta aún más abandonada, más aislada y por tanto más excluida y discriminada socialmente.
Alston también valoraba otros datos y comentó de lo maravilloso que es nuestro sistema de salud, que está cerca de ser universal, al igual que el sistema de pensiones que gracias a él, mucha gente mayor se mantiene fuera de la pobreza...y señalaba que el nuevo Gobierno parece que está comprometido con lograr la justicia social, pero que sin entrar en la retórica en la que se quedan las palabras "la pobreza es en última instancia una decisión política" y en mi opinión es que ahí está la verdad de la política, en decidirlo.

2 comentarios:

  1. Estimado compañero, es tan cierto lo que comentas, pero es verdad, que la esperanza no la tenemos que perder nunca, en pro de la calidad de vida y las mejoras de nuestros entornos y nuestros ciudadanos paisanos y otros; pero hay que trabajarlo, hay que poner al frente, cabezas, manos y piernas que muevan el mundo para lograrlo. Me encanta tu reflexión, Anselmo.

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  2. Gracias por tu comentario Maribel...para esta gente a la que me refiero, la esperanza se convierte en su esperanza de vida, porque saben mejor que nadie como sufren su desigualdad.

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