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domingo, 22 de agosto de 2021

Contra el totalitarismo de la indiferencia....

Estamos en el mes de agosto de cada año y cuando una gran parte de nuestro país está con la persiana bajada o las puertas cerradas, casi siempre suceden  acontecimientos que consiguen que nos pongamos a preguntarnos o reflexionar sobre algunas de esas cosas que pasan en el mundo. O así debería de ser, que digo yo. Un conflicto internacional, un terremoto que nos inunda a todos, un virus que sigue moviéndose y causando muertes y contagios, un montón de incendios repartidos por todo el país, el precio de la luz que sigue subiendo y marcando récord un día sí y otro también y un extenso mundo de historias que nos pueden o deberían conmover, porque en este mundo hay historias que siendo reales, tengo la sensación de que no conmueven a todos por igual. Será que tenemos cada uno nuestra propia historia que también es así, pero no deberíamos dejar de movilizarnos y actuar cada uno dentro de la mejor racionalidad posible para no dejarnos llevar por el totalitarismo de la indiferencia.

Y así sucede que todas estas noticias copan las páginas de todos los medios. Las leemos, escuchamos, las vemos y nos convertimos en personas más solidarias con algunas de las mismas. Las imágenes nos impactan y podemos visualizar dentro de lo posible el horror de lo que puede estar pasando. Algo mucho de lo que está pasando en Afganistan tiene su referencia en lo que pasó un septiembre de hace veinte años. Dos décadas después de la invasión y ocupación por parte de una coalición internacional liderada por Estados Unidos, ahora las tropas americanas se retiran y dejan en la más absoluta desventura como estamos viendo a todo un país, donde la población se agolpa en el aeropuerto e intenta huir, temerosa del código de los talibanes que es especialmente cruel con las minorías y sobre todo con las mujeres.

Y mientras ello moviliza conciencias y consigue aunar criterios sobre la ayuda a prestar a los cooperantes, colaboradores y familiares de aquellos que estuvieron ayudando en aquel país, la respuesta y posición de todos los países y de los responsables políticos no es la misma. Lamentablemente siempre sucede, hay quienes pasan de las palabras a los hechos y otros que se quedan en palabras. Nuestro país ha estado en la disponibilidad de las palabras desde el principio para pasar a los hechos inmediatamente, posibilitando un espacio logístico para acoger y ayudar en la repatriación de los ciudadanos que han estado durante muchos años ayudando y gestionando una mejor posibilidad de proyecto de vida y de país.

Puede ser el calor de estas temperaturas que nos quema, puede ser que sea este mundo que nos está convirtiendo en seres cada vez más individualistas o puede ser que los que critican y los chismosos hagan más ruido que los que nos motivan o nos ayudan, pero el horror de los talibanes en Afganistan debería hacernos despertar una conciencia colectiva solidaria, no limitada tan sólo a permanecer sorprendidos ante lo que vemos. Y es ahí en ese espacio de lo común, donde cada uno podemos reforzar nuestras convicciones y compromisos como ciudadanos, aplaudiendo en nuestro caso como país la posición y disponibilidad practicando con palabras y con hechos nuestra solidaridad.

Leía en un libro hace años una historia en la que durante mucho tiempo una vez por semana, unas mujeres se encontraban y compartían para hablar de literatura. Se despojaban de los velos y de los mantos obligatorios y estallaban en colores. Ese estallar en colores, eran unas horas en las que el tiempo se convertía en libertad, en las que el régimen de autoridad quedaba suspendido y en el que la complicidad les permitía gozar de un punto de libertad al leer y analizar libros prohibidos por las autoridades islámicas....un pequeño espacio de unas horas en el que podido volver a encontrarme al leer las palabras de la basquetbolista afgana que decía "los talibán tienen sus propias leyes y no permiten a las mujeres ir a la escuela ni a la universidad, ni trabajar ni siquiera hacer deporte"....Sólo ir a la escuela, a la universidad, trabajar, practicar deporte....Solo derechos, como todo el mundo, que con ese régimen no pueden llevar a cabo.

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