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viernes, 27 de abril de 2018

Gente con clase...

En la lectura encuentro momentos de reflexión y ello me ayuda no sólo a seguir aprendiendo, sino también a recordar momentos y guardarlos en nuestro interior. En nuestro disco duro, porque todos guardamos un disco duro dentro de nosotros. Es un contenido que no sólo se acumulada, sino que también se llena de momentos.
Esta noche repasaba en ese interior de los libros, en esa manía mía de escribir en su interior frases de determinados momentos. Rescaté algo de Manuel Vicent, que dice así "...No depende de la posición social, ni de la educación recibida en un colegio elitista, ni del éxito que se haya alcanzado en la vida. Tener clase es un don enigmático que la naturaleza otorga a ciertas personas sin que en ello intervenga su inteligencia, el dinero ni la edad. Se trata de una secreta seducción que emiten algunos individuos a través de su forma natural de ser y de estar, sin que puedan hacer nada por evitarlo. Este don pegado a la piel es mucho más fascinante que el propio talento.
Aunque tener clase no desdeña la nobleza física como un regalo añadido, su atractivo principal se deriva de la belleza moral, que desde el interior del individuo determina cada uno de sus actos. La sociedad está llena de este tipo de seres privilegiados. Tanto si es un campesino analfabeto o un artista famoso, carpintero o científico eminente, fontanero, funcionaria, profesora, arqueóloga, albañil rumano o cargados senegalés, a todos les une una característica: son muy buenos en su oficio y cumplen con su deber por ser su deber, sin darla más importancia. Luego, en la distancia corta, los descubres por su aura estética propia, que se expresa en el modo de mirar, de hablar, de guardar silencio, de caminar, de estar sentados, de sonreir, de permanecer siempre en un discreto segundo plano, sin rehuir nunca la ayuda de los demás ni la entrega a cualquier causa noble, alejados siempre de las formas agresivas, como si la educación se la hubiera proporcionado el aire que respiran. Y encima les sienta bien la ropa, con la elegancia que ya se lleva en los huesos desde que se nace.
Este país nuestro sufre hoy una avalancha de vulgaridad insoportable y el ego se ha convertido en una de las mayores de las incapacidades. Las cámaras y los micrófonos están al servicio de cualquier mono patán que busque, a como dé lugar, sus cinco minutos de gloria, a cambio de humillar a toda la sociedad.
Pero en medio de la chabacaneria y mal gusto reinante también existe gente con clase, ciudadanos resistentes, atrincherados en su propio baluarte, que aspiran a no perder la dignidad. Los encontrarás en cualquier parte, en las capas altas o bajas, en la derecha y en la izquierda. Con ese toque de distinción, que emana de sus cuerpos, son ellos los que purifican el caldo gordo de la calle y te permiten vivir sin ser totalmente humillado"
Uno que ya no cree en casi nadie...encuentra a través de la experiencia la mejor manera de poder seguir creyendo en algo. Es posible que hoy sea la única manera de poder comprobar hasta qué punto hay gente con clase y gente que tiene clase...es como si la educación y el respeto hubieran perdido espacio en esta sociedad que si te dejas, termina aislándote y llevándote al espacio de la vulgaridad.

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