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domingo, 11 de noviembre de 2018

Caravana de hondureños...

Una niña se encuentra en el medio de una conversación entre dos miembros de una patrulla fronteriza en un paso de Texas. En la ropa que lleva puesta, destaca una camiseta donde aparece la foto de la ratoncita más famosa y tierna de todas las series de dibujos animados. La niña lleva una bolsa y en su interior es posible que lleve algunos juguetes. Tiene la mirada de no entender ni comprender de qué están hablando los dos militares que van armados. Es posible que la niña no los entienda. Podría decirse que es una mirada que tiene alma y supera la inocencia. Es una imagen que nos habla de la sinrazón de cosas que pasan en este mundo.
( Fotografía de Adrees Latif - Reuters)

En unos días donde aparecen tantas imágenes que nos impactan, yo me volví a sentir una vez más indignado con las escenas que se dan a diario en la marcha hacia Estados Unidos. Unas imágenes que no vemos en su integridad en las televisiones porque es posible que las impida la censura estadounidense, o porque han dejados de ser importantes o porque no quieren que provoque más solidaridad con los hondureños. Indignado porque imágenes como la de esta niña, no necesitan explicación para sentir más indignación o al menos yo lo he vivido así cuando la he visto.
La niña forma parte de la caravana de hondureños hacia Estados Unidos. Una caravana por el "hambre", por la falta de oportunidades laborales o por la falta de libertades políticas. En un reportaje que vi en la red, todos hablan de la falta de empleo y de la violencia de las pandillas en el país. Una cosa también tienen clara: no les dan miedo las amenazas de Trump. Ya lo dicen, "lo que nosotros sufrimos en nuestro país no son amenazas verbales, porque sufrimos realidades mortales".
El Presidente americano ha invocado cuestiones de seguridad para imponer nuevas reglas con la capacidad de negarle el asilo a prácticamente cualquier migrante que cruce la frontera. La nueva regulación va a revisar leyes de asilo que hoy permiten que las personas que huyen de la persecución y la violencia en sus países de origen puedan buscar refugio en Estados Unidos. Pero a los cada vez más numerosos miembros de la caravana de hondureños, no les importa que el presidente americano vaya a poner un militar o policía estadounidense por cada hondureño, porque están comprometidos a seguir juntos en la marcha.
En una semana en la que el Tribunal Supremo dejó de ser un tribunal de justicia para convertirse en otra cosa, me pareció más importante difundir y reflexionar sobre la imagen de la niña entre los militares. Me aporta una realidad que nos debería preocupar, porque aunque pensemos que está lejos, está más cerca de lo que nos parece. 
Los niños son la cara más dura de la caravana de hondureños en busca de una posibilidad de vida distinta. Vi imágenes de niños llorando, confundidos entre tanta gente que los rodean, viendo a sus padres pidiendo comida y ellos aún tienen tiempo para intentar jugar, improvisando juegos. Son niños, buscan que su futuro sea distinto, un futuro que sus padres sueñan con  hacerlo realidad.

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