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domingo, 7 de junio de 2020

Casi tres meses....

Ahora que estamos en las puertas de entrada a la llamada "nueva normalidad" miramos hacia atrás y nos pasan muchas imágenes en un breve recorrido. Un recorrido de casi tres meses y reflexionamos sobre aquello que hablamos, cuando un día nos enteramos de que teníamos que confinarnos y quedarnos en nuestras casas, perdiendo nuestra libertad para ganar nuestra vida con más seguridad. Teníamos la distancia como escudo y comenzamos a tener referencias de lo que estaba pasando porque nos dimos cuenta de que un virus estaba cambiando nuestras vidas.
Empezamos a los pocos días a saludarnos con nuevas formas. Empezamos a hablar por teléfono como hacía muchos años que no lo hacíamos, empezamos a vernos solamente a través de videollamadas, nos saludábamos desde los balcones, cantábamos un himno sin protestar, sin silbidos. Nos reencontramos con los aplausos a través de la mirada para dar ánimos a los que se jugaban la vida y nos parecían interminables los días. No podíamos ver a los nuestros que vivían en nuestra misma calle, no podíamos ni tomar una cerveza en la terraza de un bar. Recibíamos vídeos de momentos de aplausos, de cumpleaños festejándose a través de los balcones, de conciertos en directo a través de la red, nos sensibilizábamos con el maravilloso ruido de los aplausos desde nuestra mirada perdida y nos apetecía decirle al mundo que ese sonido nos hacía más solidarios y un poco mejores. Hasta los pájaros se sentían los dueños de los parques y había animales que se daban paseos por nuestras calles....aprendimos a vivir la vida de otro modo, tratando de entender el destino, en silencio, intentando encontrar una respuesta para seguir adelante de la mejor forma posible.
Hemos demostrado mucha paciencia y también disciplina. Hemos comprobado que no es fácil estar un día y otro encerrados. Días de aburrimiento, frustración, ansiedad, tristeza, cambios de humor de repente, irritación, etc. Todos hemos leído o visto "memes"...¿cuando acaba estoooo?, ¿toy aburrioooo! . También ha habido muchos días buenos y momentos maravillosos para disfrutar de los peques. Para apreciar cosas que teniéndolas tan cerca, antes no reparabas en ello. El ejemplo de un buen libro por ahí guardado que te apeteció volver a leer. Ha habido momentos para volver a darnos cuenta de la suerte que tenemos por poder disfrutar de nuestra vida normal y sencilla, reconociéndonos en esos momentos interiores para decirnos que son los más bellos, porque sólo son nuestros.
Y ahora nos damos cuenta estando sentados en la terraza de un bar, de que la normalidad poco a poco, vuelve. Nos ha costado mucho, muchas vidas, muchos proyectos y aún estamos lejos de recuperarnos por completo, o ya nunca volverá a ser por completo nuestro rio de la vida como lo habíamos vivido. Un poco más de luz, un poco más de humanidad, un poco más de vida en la calle. Y en ese estado que debemos haber aprendido y a pesar de las mascarillas, que también seamos mucho más de lo que dijimos al principio, porque ello representaría haber aprendido que hoy la vida nos apetece vivirla mucho más.
Esto no se ha acabado porque vamos a tenerlo siempre muy cerca de nosotros hasta que llegue la vacuna. Todos debemos tenerlo claro: si todos hacemos nuestra parte, la situación estará estable. Nuestro yo, tengámoslo también claro, está en el “todos” porque se corre el peligro de volver a la casilla de salida y no solo prolongar la situación mucho más de lo previsto...también de que no habrá valido la pena estar encerrados durante casi tres meses de nuestra vida.

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