Vistas de página en total

domingo, 12 de julio de 2020

Las hojas y las ramas....

Leía una frase de un amigo que decía "las hojas se caen cada año, pero las ramas permanecen". Una frase en plan metáfora que es muy cierta. Pasa cada otoño, maduran los frutos y caen las primeras hojas. Es posible que sea producto de algún signo por su tiempo de maduración. Por su momento de quedar más limpio el árbol, aunque las semillas que caen en muchos casos, inicien lo que será el próximo fruto de la temporada. Aunque este tiempo es un poco peculiar. Será que hasta los árboles han querido respetarlo sabiendo que íbamos a necesitar algo más de sombra para soportar las temperaturas del verano.
En cualquier caso, es un tiempo para seguir reflexionando, porque los acontecimientos de éstos últimos días nos están haciendo volver a recordar momentos vividos hace pocas semanas. Unos momentos que en esta ocasión no son fruto de no conocer los peligros que compartimos. Unos momentos que están cercanos por su repercusión y sobre todo por su afectación. Unos momentos que hasta hemos llegado a pensar que estaban superados por aquello de que no había contagios y muertes. 
Hemos estado leyendo, viendo, escuchando a diario las noticias sobre que el virus estaba con nosotros. Que no se había marchado. Que seguía conviviendo entre nosotros. Ni el calor, ni las tormentas de verano han conseguido que se vaya. Hoy observamos un mapa del país y no hay ninguna Comunidad Autónoma donde no haya un brote del virus. Se ha estado pidiendo responsabilidad, cumplimientos de las medidas de seguridad y de distancia social, pero el virus es como si tuviera ojos y se convirtiera en ese peligroso mosquito que sin darte cuenta, inyecta su veneno. Pero no sólo está sucediendo que los ojos del "bicho" nos miren y nos infecten. Algo más peligroso está haciendo que el virus vuelva a atacarnos y es que ha encontrado un aliado con el exceso de confianza de los ciudadanos. Es uno de los efectos de que hayan aparecido los contagios. Tenemos que saber que hasta que no haya una vacuna o tratamiento contra el virus, va a haber brotes. Es cierto que no podemos vivir sin superar el miedo, pero no podemos pecar de imprudentes. Por eso y por otras razones, hay que aplaudir que la mascarilla sea obligatoria. Con su incomodidad que la tiene, pero son momentos para prevenir. Hay personas que también tienen otras incomodidades y las aguantan en silencio
Repasando una viñeta de hace unos días, veía a unos sanitarios intentando cerrar unas puertas a las que el virus empujaba y estaba consiguiendo abrir. Dentro, en el interior de la sala había mucha gente practicando las relaciones sociales. Sin mascarillas. Sin guardar las distancias de seguridad. Charlando y tomando copas alegremente, como si con ellos no fuera la historia. Una historia que tiene un pasado reciente, lleno de padecimientos. Ya sabemos lo que se dice sobre ello. Al final, si no la tenemos en cuenta, volverá a repetirse.
Recordando la frase de las hojas y las ramas, añadiría que las hojas caen de forma tranquila y dulce ofreciéndonos a veces un bello escenario con su contraste de colores, mientras las ramas permanecen fortaleciendo el árbol de la vida....de todos y cada uno de nosotros y nosotras depende seguir fortaleciendo el río de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario