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domingo, 3 de octubre de 2021

Sobrecualificación....

Un día en una de las clases de 1º de Historia Económica en la Universidad, el profesor quiso profundizar en cuanto a qué pensábamos sobre la relación entre lo que estábamos estudiando y las posibilidades de encontrar un empleo acorde a la futura titulación. Recuerdo que el profesor quiso que se produjera debate y así lo expresó. Después de algunas intervenciones que incidían sobre falta de oportunidades en la región para poder desarrollar la educación recibida, lo que llevaba a que muchos jóvenes se marcharan, el profesor soltó aquello de que los "extremeños sólo quereís trabajar como funcionarios". Lo dijo alguien que era funcionario y que era andaluz. Le comenté que debía mirar un poco más adentro y que como profesional, no podía decir aquello de forma tan simple. Al finalizar la clase, me dijo que me quedara y pudimos mantener una conversación más profunda sobre su comentario.

En estos últimos días se ha hecho público el barómetro de la Fundación CYD que valora la importancia de las universidades en la economía y la sociedad española en diferentes ámbitos, así como las tendencias detectadas en la contribución de las universidades al desarrollo económico y social de nuestro país. Y se vuelve a concluir una vez más dentro de sus tendencias, en la necesidad de acercar el papel de la universidad como formadora de capital humano y el adecuar la oferta de títulos y de los conocimientos y competencias de los graduados a las necesidades del mercado laboral.

En estos tiempos donde se debería poner mucho más en valor la necesidad de aprovechar bien los recursos, cobra especial importancia no solo el poner en común estas conclusiones, toca decidir y actuar, porque son muchas las Instituciones y Fundaciones similares que inciden y coinciden en sus conclusiones. Porque se repiten y se marcan las causas y porque estamos hablando de que mayoritariamente afectan a los jóvenes más preparados de la historia. La llamada generación "Z", la de los nativos digitales que están a la cabeza de la sobrecualificación en la Unión Europea, como así lo reflejan los datos recogidos por Eurostat, que señala que casi el 39% de los jóvenes españoles tenía un nivel educativo superior a la cualificación necesaria para desempeñar las labores de sus empleos de entonces y esto remarca una ineficiencia en el mercado laboral y una frustración para quien no consigue adaptarse al mismo.

Porque es lamentable que tras invertir recursos en formarse, los titulados se encuentran con el desajuste entre la oferta y la demanda del mercado laboral. Lo que lleva a aceptar empleos en sus casos que no requieren cualificación o que están por debajo de su nivel de estudios, lo que les hace conformarse con aquello de "mejor esto que nada". Y esto es lo verdaderamente decepcionante, porque termina en otras consecuencias que hacen inalcanzable conformar un proyecto de vida, ya que la temporalidad y los bajos salarios se lo impiden y les imposibilita emanciparse, aparte de que tiene otro tipo de costes en los jóvenes con cualificaciones más bajas, que pueden verse desplazados hacia ocupaciones inferiores o directamente al desempleo y en muchos casos de larga duración y sin prestaciones.

No le dí la razón al profesor entonces y no quiero dársela hoy, pero causa perplejidad que haya tantas coincidencias en las conclusiones cuando se elevan estos informes de instituciones públicas y privadas y no se actúe. Estamos ante un problema no sólo estructural porque toca en el centro del sistema educativo y productivo del país, sino también en un problema real en términos sociales porque implica dejar de obtener la rentabilidad económica esperada de la inversión en educación, en su mayor parte realizada por el Estado, limitando el aumento de la productividad y comprometiendo, en última instancia, el crecimiento económico a largo plazo.

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