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domingo, 5 de junio de 2022

El nivel del discurso....

Hace algunos años se podía escuchar mucho aquello de estamos en una época de cambios. Otros decían, estamos en un cambio de época. No había manera de ponerse de acuerdo. Hoy después de aquel debate podríamos decir que una de las conclusiones es que todo circula a una velocidad donde los cambios se producen sin parar. Algo así por poner un ejemplo como cuando aparece una noticia en primer lugar en internet y al día siguiente se publica en el periódico en papel. No nos suena a que lo hayamos leído, nos recuerda a que esa noticia es de hace tiempo y realmente sólo han pasado unas pocas horas desde que pasó.

Sea una época de cambios o un cambio de época, lo que ha cambiado es la repercusión que todos estos cambios están teniendo en los ciudadanos y de qué manera en la política. En los últimos años aparecieron algunos partidos políticos que nos decían que los políticos de entonces no nos representaban. Eran los tiempos de las plazas llenas de gente acampadas. De gente que decía que otra política no sólo era posible, sino que también se consideraba imprescindible. Ahora, cuando han transcurrido sólo unos pocos años, unos están a punto de desaparecer con toda su propaganda centrista y reformista que nos decían, y otros están en un proceso de descomposición porque están comprobando que cuando se asumen responsabilidades no es lo mismo que estar en las plazas y en las calles.

Y también una de las consecuencias de todos estos cambios se comprueba en el discurso de los políticos actuales. Es raro no escuchar un discurso donde la descalificación hacia el otro no sea lo recurrente, lo normal. Algunos hasta lo han llegado a justificar, sobre todo durante los procesos electorales. Lo hacen todos, los de izquierda y los de derecha. Cuando hace unos días escuchaba unos podcasts de los discursos de los políticos de 78, me reencontraba con mi defensa de la necesidad de la política y del discurso político donde la coherencia era uno de sus mejores y mayores argumentos. El nivel de aquellos discursos no tiene nada que ver con la calidad de los discursos de los políticos de hoy. Porque hoy pasa algo parecido a cuando respondes a una encuesta después de haber comprado algún producto tecnológico o de otro sector. Los propios empleados te dicen: sólo nos aprueban si pone de un 8 para arriba. Pues hoy, los discursos salvo honrosas excepciones, no aprueban ni con la sonrisa de la encuesta.

El discurso entre los políticos no puede basarse en discursos llenos de descalificaciones e insultos porque corremos el riesgo de normalizar un lenguaje tóxico y de pérdida de respeto hacia los oponentes. Porque ese discurso conlleva otro riesgo que es aquel que se está extendiendo en la ciudadanía a través de los medios tradicionales, pero sobre todo a través de las redes sociales. La oposición tiene el derecho y el deber de ejercer su crítica más o menos dura, pero lo que está sucediendo es otra cosa. Es el recurso al insulto y a la descalificación como argumento principal. Y por aquí caminan las fuerzas extremistas que marcan en esa línea el eje argumental y central de su discurso que saben que los mensajes negativos obtienen mucha mayor difusión que los positivos....el cambio de época nos está demostrando entre otras muchas cosas que la contaminación del debate está consiguiendo que los cambios que realmente tienen importancia adquieran menos valor y ello es muy peligroso porque pone en riesgo la propia convivencia democrática y la credibilidad en la política.

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