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sábado, 27 de julio de 2013

Lo mejor, los ciudadanos... siempre.

Han pasado tres días de la tragedia de Santiago...un tren con pasajeros, una curva...demasiada velocidad...descarrilamiento y lo demás, casi todo se sabe ya.
Cuando suceden tragedias como la de Santiago nos quedamos como mudos, como sin ganas de hablar. Te vas enterando de lo que ha pasado y desde los primeros momentos empiezas a saber lo que pasó. Hoy todo se produce al instante en materia de comunicación. Nuevamente las redes sociales recorrieron el mundo en cuestión de minutos.
Poco a poco se conocen más detalles, los teletipos y el directo entran en la escena y la información (sin contrastar en ocasiones) circula sin la debida prudencia. Sí, es un debate permanente el que existe cuando suceden cosas que afectan a las personas, en cuanto al derecho de información o el derecho a la intimidad de las personas, sobre todo porque a veces las imágenes son enormemente duras y pueden hacer daño.
Se comienzan a ver imágenes y ahí están los ciudadanos anónimos. Vecinos del barrio donde sucedió. Que han visto cómo el tren descarriló...que escucharon un ruido impresionante, que vieron un hongo gigantesco de humo y que escucharon gritos, pidiendo ayuda... de los pasajeros. 
No se lo pensaron y comenzaron a saltar la valla...fueron los primeros en ponerse a ayudar. Fueron los primeros sin saber el peligro que podrían haber corrido. Les pudo la fuerza de apoyar a personas que necesitaban ayuda y que estaban apresadas entre hierros y otras cosas. Les pudo su solidaridad, les pudo su voluntad por ayudar e intentar salvar a personas desconocidas pero que necesitaban una voz, una mano que les devolviera a la vida, porque seguro que lo que estaban viendo les hizo estar por unos momentos en otro mundo, un mundo muy lejos por lo que tenían a su alrededor.
Después, con el paso de las horas...llegaron los políticos y los reyes, los príncipes...ya se sabe, pero felicitaron a los ciudadanos y también a los funcionarios y empleados públicos...ya está bien, que se den cuenta de que a pesar de los pesares, los que trabajamos en la Administración servimos a todos, a todos y desempeñamos una gran labor y que somos absolutamente necesarios.
En Barcelona conocí a algunos gallegos y en concreto a dos hermanas con las que conecto a veces por la red...estaban jodidas, eran y son muy de su tierra y mira que llevan años en Barcelona...les expresé mi solidaridad. Son buena gente.
Me quedo con los anónimos que vi y escuché por la tv...siempre, siempre que suceden catástrofes, ahí están esas personas que se ofrecen, que asumen riesgos, que son naturales, que son los mejores. Recuerdo el 11-M...la riada en Badajoz...siempre los ciudadanos...lo mejor, los ciudadanos.

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