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domingo, 22 de noviembre de 2020

Lealtad, crítica y....respeto.

En estos últimos días se han escuchado intervenciones de todos los colores en el seno de la familia socialista a raíz del acuerdo de los presupuestos generales del Estado para el 2021. De todos los colores y de todos los dirigentes, de los de antes y de los de ahora. Como me decía mi amigo Vicente: a los socialistas nos va la marcha. Si no tuviéramos opinión y libertad de expresarla con distintos puntos de vista, no seríamos el PSOE. Y es cierto porque siempre históricamente ha habido discrepancias, como corresponde a un partido de izquierdas que conforma en su seno distintas sensibilidades. Ahí está la historia y también buena parte de la riqueza política de nuestro Partido. A veces en foros más cerrados y hoy lo son en foros más abiertos, porque existiendo las redes todo el mundo opina y se puede expresar con libertad. Aquellos que dicen "ahora nos toca a nosotros" y aquellos otros que desde la experiencia y en su derecho, lo hacen porque la ideología no tiene fecha de caducidad y lo de ser un "histórico dirigente" de nuestro partido no quiere decir que hayan dejado de entender el presente.

No soy de los que están de acuerdo con aquellos que hablan del PSOE y le ponen el nombre del actual Secretario del Partido. Ni del actual ni de los anteriores. Siempre lo he manifestado y he discrepado, lo seguiré haciendo porque el PSOE no es de quien es elegido, sino de todos y todas aquellos que lo formamos y militamos. Y puede parecer una obviedad, pero creo que es un error el hablar poniéndole el nombre y que además caemos en la estrategia que algunos medios de comunicación están marcando, porque alientan a una crítica y a querer situar a unos frente a otros, produciendo una falta de respeto sobre aquellos que pueden pensar de otra forma.

Porque el principio de lealtad y el de crítica son imprescindibles y más en los tiempos actuales. ¿O es que acaso existe deslealtad cuando se produce la crítica? Siempre ha habido este tipo de discusiones y siempre ha habido oportunistas que dan más importancia a las realidades del momento que al ideal y hoy hay muchos que tratan de justificar esas posiciones etiquetando a los que no piensan como ellos y faltando al respeto a los que se expresan en libertad. Porque hay opiniones que no son respetables. Son respetables las personas, pero las opiniones tienen que ganarse el respeto sin faltarlo y esto es algo que a mi como militante socialista me preocupa, porque en estos últimos días he leído opiniones que faltan al respeto a personas y creo que necesitamos más que nunca una ética en la política para pensar, reflexionar y reaccionar, pues nuestras decisiones y opiniones no pueden estar basadas en el ruido en el que muchas veces nos dejamos llevar quizás por sentirnos perfectos ante la soledad de un teclado o cuando tenemos un micrófono.

Es posible que todos debamos reflexionar sobre la relación entre ética y política, sobre todo los que se dedican a gestionar la cosa pública: la política. Y es muy necesario porque cuando la política se aleja de la ética está sucumbiendo a un pragmatismo sin convicciones en el que se olvidan los principios. Quizás es la necesidad de conseguir los objetivos que nos hacen abandonar las referencias y nos llevan a manifestarnos sin tener en cuenta que podemos estar haciéndonos daño, pero no por exteriorizar nuestras diferencias, sino porque caemos en la descalificación hacia lo personal y no tenemos en cuenta que si queremos que nos respeten, tenemos que respetarnos entre nosotros primero. 

En nuestro río de la vida aprendemos de la experiencia diaria y el respeto es una virtud que se interioriza, que hace que nos sintamos más a gusto con nosotros y con los que nos rodean. Porque algunos se lo ganan con sus hechos y sus palabras, otros se lo construyen y otros muchos lo poseen. Ya lo decía Rousseau “Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”.

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