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domingo, 1 de noviembre de 2020

La relación entre el poder y el saber....

Hace unos días con la lectura de un artículo sobre el saber y el poder reflexionaba en mi "zulo" sobre lo importante de que una cosa y la otra fueran comúnmente compartidas. Siendo coincidente en que ello es difícil, sería lo deseable. Profundizaba en el artículo y leía una frase que comprendía lo dicho: los políticos pueden menos de lo que parece y los científicos saben menos de lo que creemos.

En la experiencia que he podido acumular de mi paso por la cosa pública, a veces reflexionaba en que estando en el Sindicato me proponía a que cambiaran las cosas, pero no tenía la decisión final de ello. En mi experiencia en el Parlamento comprobé cómo podía no solo proponer, sino también hacer que las cosas se regularan e intentar que cambiaran. Posteriormente en el Gobierno comprobé que podía proponer, regular y decidir cambiar, aunque algunas veces faltó la decisión de que el cambio se llevara totalmente a cabo por razones un tanto incomprensibles. Tres pasos en los que siempre pretendí convertir las ideas en realidades plasmadas en normas, porque al final es el resultado para hacer posible un cambio.

Hace unas semanas me refería a los "Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdos" en una entrada. Hacia una referencia en el sentido de que no sabía exactamente si era por nuestra naturaleza o por alguna otra razón, pero quizás nuestra configuración política y territorial del marco de competencias que la Constitución recoge, esté hecho más para el consenso que para el conflicto. Me pregunto que a la dificultad del momento que estamos viviendo, me parece que está sucediendo que la relación entre poder y saber no es compartida ni conjunta. Escuchamos contradicciones, cambios de decisión y criterios en cuestión de horas. En unos casos el poder se manifiesta de una manera y el saber se posiciona de otra. Surge la decepción del poder porque no se le aconseja claramente y surge la decepción del saber porque no se les escucha. Hoy podríamos resumir en que la relación entre el poder y el saber es de desilusión o desengaño. 

Este tiempo tan complejo nos está demostrando muchas cosas. La incertidumbre en la que estamos nos está agarrotando y también nos está haciendo cometer errores. Una de las razones es el tiempo que llevamos sumidos en un cierto desorden y lo duro que se nos está haciendo porque nos está tocando en muchos casos muy cerca. La falta de una respuesta conjunta y uniforme, de un horizonte despejado, de una respuesta única de los distintos gobiernos, nos está llevando a una desconfianza que junto con el miedo puede convertirse en un argumento muy peligroso y muy dificil de controlar.

Hoy las respuestas a los problemas más importantes no son nacionales, sino que son globales. Requieren de un gran consenso, donde el conocimiento científico (saber) debe ser escuchado, porque la política (poder) hoy debe decidir en un terreno cada vez más lleno de actores diversos e influyentes, donde una cosa es proponer, otra poder regular y al final tomar la decisión para cambiar. Y en ese momento de la decisión, es cuando se hace valer aquella frase de Andrómaca en la tragedia Hécuba: "Cuando los marinos se enfrentan a los vientos rápidos, una multitud de sabios reunidos no vale lo que una inteligencia más común pero ­soberana”....

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