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domingo, 28 de noviembre de 2021

AA.VV., 40 años te contemplan....

Desde finales de los años 70 y principios de los 80 con la instauración de la Democracia en nuestro país, se extendió un sentimiento generalizado y reivindicativo en la ciudadanía con un importante papel de algunos movimientos sociales, entre ellos y como uno de los más importantes, las asociaciones de vecinos. En esos años de reconocimiento de los primeros derechos civiles, sociales y políticos, las relaciones de los movimientos ciudadanos se cohesionaban en torno a un tejido social homogéneo en cada pueblo y ciudad, que se concretaba en una asociación unitaria en cada barrio. En la mayoría de los barrios era una asociación de vecinos que daba cohesión al movimiento ciudadano. En las mismas, había grupos y colectivos juveniles, de mujeres, culturales, artísticos, etc y había una fluidez y relación con otras asociaciones que también actuaban en el barrio, como eran y son las asociaciones de madres y padres de alumnos y otras.

Desde hace unos meses estoy comprometido con la asociación de vecinos de mi barrio, formando parte de su junta directiva y desarrollando un proyecto compartido de revitalizar el asociacionismo vecinal en la ciudad. Un proyecto que compartimos y que estamos extendiendo todas las semanas a las asociaciones de vecinos de Badajoz. Nos conocemos y hablamos de los problemas de ayer, de hoy y hasta donde podemos de mañana. Porque entre otras razones, no es posible que estando tan cerca los unos de los otros, podamos sentirnos lejos. Y el proyecto está siendo muy valorado y cada semana se va extendiendo en las barriadas, se van incorporando asociaciones que nos animan y nos animamos. Comprobamos cuando nos contamos los problemas, los espacios de desigualdad que existen entre los barrios. La falta de infraestructuras básicas en los mismos para los vecinos, tanto para los jóvenes como para nuestros mayores y la falta de atención por parte de las administraciones que tienen competencias. Comprobamos el silencio y la soledad ante las demandas que se reivindican desde las asociaciones. Todo esto y otras razones, nos está fortaleciendo en la razón y en el convencimiento de nuestro proyecto de revitalizar el movimiento vecinal, como parte importante de la sociedad civil.

Es cierto que los problemas no son los mismos que los de aquellos años cuando nacieron las asociaciones, pero no es menos cierto que hoy algunos de aquellos problemas aún continúan y se han sumado a los mismos, los nuevos problemas que se generan con el crecimiento de las ciudades y lo que ello conlleva y que nos afecta como ciudadanos. No son nuevos problemas, pero sí son problemas que dado nuestro ritmo de vida, quizás en ocasiones no lo vemos como riesgos y problemas para nuestra salud y bienestar, para nuestro modelo de convivencia, para nuestros proyectos de vida y para todo lo relacionado con la vivienda, el transporte, el tráfico, las crisis, etc. Hay un cambio social evidente producido por la propia evolución de la sociedad y del conjunto de los ciudadanos. Un cambio en el sistema socioeconómico y en las estructuras sociales. Y todos estos cambios también están provocando que se haya instalado en la ciudadanía un cierto modelo de convivencia individualista, hasta el punto de no vernos o no conocernos entre los propios vecinos que convivimos en el mismo edificio o comunidad, sobre todo en las ciudades. Y esto ha hecho que existiendo una conciencia solidaria en muchos ciudadanos, estemos perdiendo en gran parte la referencia del sentimiento de solidaridad colectiva.

Y ésta es una de las razones de pertenecer y formar parte de este proyecto de revitalizar el asociacionismo vecinal, en el que queremos que también formen parte los nuevos marcos ideológicos y reivindicativos de este nuevo tiempo. Porque la Democracia le debe mucho a las Asociaciones de Vecinos y porque éstas le siguen dando apego y sentido de la pertenencia al barrio. Le dan identidad y hoy siguen teniendo vigencia desde una nueva visión, compartiendo la experiencia, la reivindicación y el compromiso ante los cambios que están experimentando nuestros pueblos y ciudades. Unos cambios que comportan derechos y también deberes, pero unos derechos que tenemos que seguir reclamando para que se reconozcan y porque como me decía la otra noche uno de los más veteranos de una asociación emblemática de la ciudad: tenemos que cambiar nuestra manera de pensar y actuar, pero sin perder la esencia y nuestra identidad, porque 40 años nos contemplan.

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