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domingo, 7 de noviembre de 2021

Entre lo que se dice y lo que se hace....

En la lectura de esta semana me volví a encontrar con una de las frases que me ayudó a entender algunas cosas hace bastante tiempo, aunque no por ello y a pesar de los años, sigo mostrando mi perplejidad. Recordaba mis inicios en la vida laboral en Correos y los primeros años en Barcelona. La frase y el libro que contiene la frase me lo recomendó un buen amigo estando allí. Se trata de la novela cuyo título es el "Il Gattopardo" y la frase original es muy conocida y pronunciada "si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Y reflexionaba en estos días sobre ello, porque creo que están sucediéndose muchos acontecimientos, en los cuales podría recurrirse a la capacidad de adaptación a los cambios y a la distancia entre las palabras y las cosas.

Se está celebrando una edición más de la Cumbre del Clima durante estos días. Y me sorprendían un tanto unas palabras pronunciadas por el Secretario General de la ONU, el cual decía que "es el momento de decir basta. Basta de brutalizar la biodiversidad, basta de matarnos a nosotros mismos con carbono, basta de tratar a la naturaleza como un retrete y de cavar nuestra propia tumba". He seguido las dos últimas reuniones de los líderes mundiales y de nuevo ésta que se celebra, va a terminar como las últimas ediciones: llamadas y fotos por la pasarela, pero mínimos avances en compromisos reales, porque de nada sirve comprometerse en invertir, cuando se gasta más en destruir. Y es que después de la frase, la pregunta podría ser: ¿y ahora, qué pasará? Nada. Un poco de tiempo para dejar que el ruido deje de escucharse, porque hay que dejar que pase el tiempo y que todo lo lleve a su lugar, al lugar donde se pueda pensar que se va a cambiar algo, para que realmente no se cambie nada. 

Y eso es en el escenario internacional, pero también aunque en otra dimensión sucede en el nacional. Ahí está el asunto de las eléctricas que hasta puede que consigan sus objetivos y que los ciudadanos nos acostumbremos a aquello de los horarios regulados y a terminar viendo como algo normal los precios, al igual que viene pasando con el precio del gasoil y la gasolina. Como lo sucedido con el debate de las enmiendas a la totalidad de los presupuestos y el juego de la presión y la amenaza de algunos grupos minoritarios que sólo piensan para los ciudadanos de sus territorios, siendo el presupuesto de todos y para todos. Como los vaivenes y sainetes declarados y publicados por las dos áreas del Gobierno en relación con la reforma laboral. Porque depende de quien lo diga, podemos hablar de una cosa u otra, siendo en teoría lo mismo o no, porque ya no se sabe si lo que se va a hacer es derogar, o que hablamos de modernizar, flexibilizar o de regular. O sencillamente andar entre el camino de lo posiblemente matizable y lo necesariamente posible hasta llegar al significado de la famosa frase de la novela y colocar las cosas en ese círculo para volver a situar las cosas en su punto de partida, después de habernos tenido mareados durante algún tiempo.

En uno de los días de esta semana y con la compañía de una dehesa que ha cambiado su color, reflexionaba desde mi atalaya sobre algunos cambios que se están produciendo. Puede que sea el momento actual y que la reflexión junto a la observación, me esté llevando a ver las cosas con un poco más de distancia que ayer, pero a veces tengo la percepción de que cada vez más a los ciudadanos nos cuesta asumir que los líderes políticos no están siempre en condiciones de hacer lo que presentan, ni tienen siempre intención de hacer lo que declaran. Y es que creo que empieza a haber una distancia entre lo que se dice y lo que se hace que cada día está consiguiendo que estemos más lejos los unos de los otros y considero que ello no sólo es perjudicial, sino también muy peligroso.

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