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domingo, 9 de enero de 2022

Necesidad de más empatía....

Hay ocasiones en que nos encontramos en la prensa escrita con un buen artículo de algún ilustre escritor, que nos hace levantar la mirada unos segundos una vez que lo terminamos de leer. También sucede cuando acabamos algún capítulo de un buen libro que nos ayuda a continuar sin descanso con el siguiente. Nos hacen reflexionar sobre lo que cuentan. A veces buscamos algún significado o cercanía con el momento o con algún reencuentro que hayamos tenido o que hayamos visto. De alguna forma nos introducimos a través de la lectura en su interior. Nos hacen recordar otro tiempo y también nos colocan ante el espejo de una realidad que se muestra a veces insoportable, aunque también nos hacen albergar esperanzas e incluso nos abren caminos para valorar la oportunidad de cambiar algunas actitudes o sencillamente algunos registros de los muchos en los que nos podemos encontrar por estar suscritos en páginas web o en grupos de redes. En resumen, nos hacen pensar sobre experiencias a las que hoy quizás dedicamos poco tiempo a reflexionar.

En estos últimos días la lectura de un artículo de Manuel Vicent titulado "A la carta" me hizo reflexionar sobre lo de borrar o cambiar algunos registros o desplazar el dial a otro lado. Lo finalizaba diciendo que "una persona decente no debería permitir que otros le impongan el menú de su mierda informativa en el plato y que sin necesidad de ser un héroe uno debe elegir a la carta lo que desea ver, oír, pensar y creer". Puede que sea el tiempo o las experiencias vividas, pero desde hace tiempo yo al menos me propuse seleccionar. Una buena amiga me lo decía: a la edad que tenemos nos hemos ganado el derecho al espacio de seleccionar. De seleccionar a dónde vamos, cómo vamos, con quien queremos ir, lo que quiero ver y oír, como también lo que quiero creer. No es porque tengamos más posibilidades que ayer para hacerlo, que también, sino porque precisamente el tener más recursos nos da la libertad para decidirlo.

Pienso que lo de seleccionar lo hacemos cada vez más gente. Porque en general en casi todos los ámbitos y espacios políticos unos y otros nos están dando motivos para ello y creo que no sólo ya se ha convertido en una cuestión por la edad, sino porque considero que es un ejercicio muy saludable y recomendable. Nos evita caer en tentaciones y discusiones que no llevan a ninguna parte. No se trata como sucede en muchos casos cada principio de año en relación con los buenos propósitos. No es una cuestión de aquello de empezar acudiendo al gimnasio y comprobar lo complicado que resulta cumplir con regularidad lo que nos proponemos y al final optamos poco tiempo después por dejar de ir. Se trata de proponernos algo más sencillo. Algo que no cuesta nada pero que tiene mucho valor. Se trata de ser capaces de ponernos en el lugar del otro. De ser capaces de tener más empatía.

Llevamos dos años de sobresaltos y durante este tiempo hemos tenido muestras de mucha gente poniéndose en lugar del otro. Deberíamos haber aprendido de ellos y ellas a las alturas de este viaje donde hemos recorrido el alfabeto griego con alfa, después delta y ahora ómicron y esperando no tener que llegar a omega, que aquellos propósitos de que después de pasar esto íbamos a salir siendo mejores fueran reales y consiguiéramos ser todos y todas un poco más empáticos, porque conociéndonos a nosotros mismos seríamos más capaces de conocer y ayudar a los demás. 

Por ello creo que hay que darle más veracidad e importancia a la realidad y menos al relato. Ser más realista sobre los problemas y menos pragmático en las respuestas. Más ponerse en el lugar del otro como búsqueda del encuentro y menos buscar el conflicto como excusa para el "y tú más". Este último tiempo nos ha marcado a todos y todas. Como propósito al menos para éste año, deberíamos practicar más el ejercicio de la empatía como fórmula para recuperarnos y fortalecernos como personas y pensar si el futuro que hoy estamos creando es el mejor legado posible que queremos para los nuestros.

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