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domingo, 3 de marzo de 2019

Es carnaval...político.

Durante estos días celebramos la fiesta popular y más callejera de todas, el Carnaval. Una fiesta tradicional que en su momento estuvo prohibida, pero siempre había gente que se atrevía a disfrazarse. Sería algo contra el sistema, porque el carnaval es una fiesta libertaría, transgresora que tiene de todo y que supone hoy en día una normalidad, porque todo el mundo lo tiene asumido como lo que es, como una fiesta donde el ingenio, el humor y la ironía rompen la monotonía. Es como si la gente en estos días se olvidara de lo razonablemente serio y se transformara al ponerse una máscara.
Y casi formando parte de esta fiesta popular, en unos días se convocarán elecciones. Unas elecciones muy abiertas y con actores hasta ahora "nuevos". De esta forma, no sabemos si asistiremos en los próximo meses a un combate de ética (seria deseable) y menos de estética (ojalá). Serían alternativas que podrían aumentar el interés de la gente para hacer frente a una política convencional cada vez más vacía y sin respuestas, una política donde los discursos solo convencen a los convencidos. 
Han sido ocho meses con mucho ruido y con un increíble seguimiento político. Los medios han tenido un tiempo donde han podido disfrutar con el vaivén político. Ha sido difícil que no hubiera noticias un día tras otro, con las que los medios de comunicación podían completar su agenda diaria. Un Gobierno sin mayoría que a pesar de las dificultades ha conseguido centrar el discurso en muchas políticas sociales, pero que cuando ha llegado el momento de hablar del presupuesto, no ha quedado otra opción que convocar unas elecciones., porque seguir se habría convertido en ingobernable y en un desgaste político que podría pasar factura electoral en las elecciones de mayo.
Cada vez hay un mayor número de ciudadanos que no deciden su voto hasta el mismo día de las votaciones. Esto es un cambio importante respecto a los procesos electorales de hace algunos años, donde el voto era más ideológico. Ahora tiene mayor contundencia y credibilidad la valoración del voto emocional, del voto más pensando en las emociones incluso del último día. En estas próximas elecciones creo que va a haber mayor participación que en los últimos procesos electorales. Antes esto era un signo político de que la izquierda se había movilizado y que por tanto tenía más opciones de ganar. Hoy no tengo claro que esto sea así, porque también la derecha se está movilizando, aunque la diferencia en este lado, es que en esta ocasión hay más división al haber más opciones políticas.
El electorado de izquierda ha sido históricamente más vulnerable, más susceptible de cambiar su voto. En estas próximas elecciones, creo que va a ser distinto. El propio electorado está más movilizado y creo que conforme vayan acercándose las elecciones, estará más convencido de que hay que ir a votar. Me atrevo a decir que algunas opciones de derecha lo están haciendo más fácil para que la gente situada en la izquierda recupere las ganas de votar, quizás más por necesidad que otra cosa. En menos de dos meses tenemos que ir a votar y en poco menos de un mes después, volveremos de nuevo. Es imprevisible lo que puede llegar a suceder, pero todo el mundo coincide en que todos los escenarios están abiertos y que puede suceder que haya quien gane pero no gobierne al final. Serán las fechas o el empacho, pero lo que he visto y escuchado hasta ahora es más propio de murgas y chirigotas de carnaval que de animar para votar: que si un libro, que si una novia famosa y cantante, que si la foto con la ternera o ternero, que si un viaje, que si el himno de la legión...lo dicho, vamos a ver el desfile que al menos hay colorido e ingenio...hasta ahora, más que el de nuestros políticos.

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